Prontuario es un resumen de algo que se desea recordar. Su objetivo es agrupar distintas anotaciones, generalmente breves, respecto de alguna materia de interés, para disponer de una fuente privilegiada de consulta. Es una forma de reunir información y puede ser utilizada con cualquier tipo de contenido. En este caso, la pretensión es constituir un prontuario de la creatividad, originado en la necesidad de disponer de un recurso de apoyo a la docencia. Resulta innecesario enfatizar que un prontuario revela ante todo la mirada de quien lo construye. El carácter de resumen o síntesis que lo caracteriza, no lo libera por definición de ninguna acusación de parcialidad o arbitrariedad, ni lo acerca a la neutralidad. Todo dato que se incluye revela ya una elección y una decisión. La interpretación está enredada en cada cosa que hacemos, y aquí no se encuentra una excepción. Este prontuario se apoya en fuentes bibliográficas declaradas y recurre a la vieja práctica académica de citar y poner a la vista las referencias, pero no son la objetividad y el orden los méritos por los que quiere ser reconocido.
La creatividad es hoy un campo de estudio y de investigación extenso, en el que conviven desde exquisitas trivialidades hasta reflexiones de notable perspicacia, y en donde participan personas de muy distinta formación. No es fácil discriminar en este terreno, darle a cada cosa su valor, aceptar o rechazar, hacer los mejores argumentos. Este prontuario ofrece datos, conceptos y, hasta donde es posible, teorías; pero a la vez procura un contexto para ubicar los elementos, busca generar una visión crítica, y pretende constituirse en una invitación para alcanzar un juicio propio. La creatividad ocupa un lugar central en una discusión que hoy preocupa a personas tan distintas como educadores, científicos, artistas, políticos o empresarios.
Con seguridad se trata de una discusión de límites difusos, dado que la creatividad aparece de hecho vinculada con todos los aspectos de la vida psicológica y social. Sus fronteras no son precisas, y cada intento por perfilar un territorio más discreto, va siempre seguido de otros tantos intentos por demostrar nuevas relaciones con diferentes aspectos de la experiencia humana. Es típicamente un asunto del cual puede decirse que requiere un tratamiento interdisciplinario. Robert Sternberg sugiere que los campos del conocimiento tienden a seguir un proceso que atraviesa por cuatro estadios: Un estadio inicial en el que aparece un interés por un fenómeno y comienza a pensarse en la forma de estudiarlo. Un estadio evolutivo en el que se pone en marcha la investigación y se proponen paradigmas. Un estadio maduro en el que sobresalen y se desarrollan algunos paradigmas, mientras que otros se desvanecen.
Y, finalmente, un estadio postmaduro en el cual la investigación expresa su frustración por la inconsistencia de los resultados y la incapacidad de responder realmente a las preguntas iniciales (1994). La creatividad como campo de estudio y de investigación, como objeto de preocupación académica y de aplicación práctica, ha cruzado por el primero de estos estadios y perfectamente puede afirmarse que se encuentra en el segundo de ellos. En el modelo de Sternberg respira la noción de progreso, de modo que con una dosis de confianza podría 3 esperarse una evolución que gradualmente ponga a la orilla del camino el lastre inútil y permita la emergencia de explicaciones sólidas y compartidas, hasta que el cuarto estadio lo desestabilice todo y muerda la cola del primero. Eso, sin embargo, es difícil de sostener en esta materia.
Lo cierto es que la creatividad es un campo sugerente, provocativo, muy dinámico, animado a ratos por la presencia de autores de categoría, pero no muestra signos claros de aproximarse a un estado momentáneo de madurez. Es más, se observa una progresiva institucionalización en ambientes universitarios a través de eventos académicos, cursos y publicaciones, pero ello no ha evitado que siga dominando la desinformación, el esquema, la receta, y más cerca del mundo de la educación un optimismo irreflexivo divorciado de la reflexión, que actúa como freno para la indagación y la crítica. Esto no es reciente y ocasionalmente se han escuchado críticas. Hace algunas décadas el psicólogo educacional David Ausubel reaccionó a esta tendencia, señalando que el término creatividad se había convertido en uno de los términos más vagos, ambiguos y confusos de la psicología y la educación contemporáneas: Esto es particularmente desafortunado, ya que la “enseñanza de la creatividad” se ha convertido en una de las modas y consignas más novedosas y florecientes de la escena educativa actual.
En parte por la confusión conceptual que rodea este término, muchos educadores, por otra parte obstinados, han adoptado objetivos educativos bien carentes de realismo en lo tocante al cultivo de la creatividad; y muchos psicólogos educativos bien formados, se han engañado a sí mismos al creerse capaces de identificar a los alumnos con desacostumbradas potencialidades para la creatividad (1980: 830). Los sueños y las fantasías son fértiles cuando señalan horizontes y dan energía para continuar la búsqueda, pero pueden ser estériles cuando rehuyen la interacción con el pensamiento y el conocimiento, o cuando pretender ocupar su lugar. En la práctica, cualquier forma de optimismo surgido del puro sentimiento sobre el futuro de la creatividad, sólo consigue generar nuevos obstáculos para su estimulación y desarrollo. La confianza acrítica, el desborde emotivo, la reiteración conveniente de algún lugar común, en la medida en que desalojan la reflexión seria y la consideración atenta del conocimiento disponible, cuando mucho dejan las cosas en el mismo lugar.
Para un espíritu inquieto nada de esto puede ser motivo para huir hacia aguas más quietas. Sería torpe no asumir el aspecto dilemático y polémico que presenta la discusión sobre creatividad. Simplificar exageradamente las cosas reporta una tranquilidad pasajera, que al final nos deja en la ignorancia. Resulta una vez más aconsejable desarrollar la capacidad para evaluar por sí mismo y formar juicios propios. La importancia de la creatividad y su eventual impacto para comprender la experiencia humana personal y social, no declinan porque aparece rodeada de zonas oscuras o aspectos inexplicados. Por el contrario, en la contradicción y el misterio hay una fuente de provocación que mantendrá el interés de una auténtica búsqueda, que como tal no puede ser sino interminable. Existen buenas razones para ocuparse de la creatividad.
Desde luego se trata de una característica humana representada de múltiples maneras, una y otra vez, en cada cultura: La capacidad para utilizar de un modo infinito recursos necesariamente finitos. En la actualidad es 4 sin duda una de las herramientas poderosas disponibles para diseñar el presente y pensar en el futuro. Estudiar la creatividad y querer aprender de ella es un empeño justificado. Conocidos autores han buscado poner de manifiesto la inevitabilidad de la creatividad. Carl Rogers la asume como una conducta esencialmente vinculada a la satisfacción y la autorrealización, esto es, centrada en la tendencia a crecer, expandirse y desarrollarse (1972). A su vez, Erich Fromm reconoce la creación y la originalidad como impulsos hondamente arraigados en el hombre (1977). Con todo, considerada globalmente, la literatura sobre el tema no recoge con propiedad la complejidad implicada.
Domina una tendencia a mostrar la creatividad como una simple cuestión de psicología individual, de carácter casi exclusivamente cognitivo y centrada preferentemente en una racionalidad instrumental. En mayor medida se la asocia con la capacidad de generar inventos, innovaciones tecnológicas, obras de arte, teorías científicas y otras manifestaciones equivalentes, pero sólo extrañamente se la vincula con el autoconocimiento, la habilidad comunicativa o el manejo de conflictos. Se llama más la atención sobre la solución de problemas y menos sobre el desarrollo personal o la sabiduría. Aparece con frecuencia como forma de pensar, desvinculada de las formas de sentir y de interactuar. Resulta normal reconocer la invención de la brújula como un logro creativo de envergadura, pero no aparece por ninguna parte la invención de la libertad humana o de la democracia como logros creativos igualmente destacables.
La creatividad posee una naturaleza compleja y esto debe ser a lo menos bosquejado. Las páginas que siguen son resultado de una acumulación de distintas experiencias especialmente ligadas a la investigación y a la docencia universitaria, y tienen su antecedente inmediato en algunas publicaciones anteriores. Contiene una cantidad de información que en ningún caso agota el campo de la creatividad, apenas es como mirar por el ojo de la cerradura. Se ha recurrido a capítulos cortos que tienen un grado de independencia respecto del conjunto, y que pueden leerse por separado o en una secuencia distinta a la sugerida. Ocasionalmente se ilustran ideas o conceptos con pequeñas historias y testimonios de conocidos creadores. Cada página incluye frases de variados autores que a su modo complementan o agregan algo sobre el tema. Estas no tienen una relación directa con el texto. Se ha buscado poner en contraste la linealidad del párrafo, con el modo resonante de frases breves más cercanas a la metáfora o a la imagen.