Las Leyes de la Arquitectura desde la perpectiva de un Físico


Nikos A. Salíngaros

RESUMEN
Por analogía con principios físicos básicos se obtienen tres leyes applicables al orden arquitectónico, que son válidas tanto para las estructuras naturales como para las construidas por el hombre. Estas leyes pueden utilizarse para crear edificios que producen igual emoción y belleza que las grandes arquitecturas del pasado en todo el mundo. Estas leyes son válidas tanto para la arquitectura Clásica, como para la Bizantina, Gótica, Islámica, Oriental, y el Art Nouveau; pero no lo son para las formas arquitectónicas modernistas de los últimos setenta años. Parece que la arquitectura modernista del siglo XX contradice intencionalmente toda la arquitectura anterior al transgredir el orden estructural que la conformaba en la antigüedad.

INTRODUCCIÓN
LAS REGLAS DE LA BELLEZA Y EL ORDEN EN LA ANTIGÜEDAD
LAS TRES LEYES DE LA ARQUITECTURA
i. El orden a pequeña escala
ii. El orden a gran escala
iii. La jerarquía natural de las escalas
UNA CLASIFICACIÓN DE LOS ESTILOS ARQUITECTÓNICOS
EL CARÁCTER ANTINATURAL DE LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA
. La base emocional de la arquitectura
i. Unicidad del orden estructural
CONCLUSIÓN

1. INTRODUCCIÓN
La Arquitectura es el resultado de la aplicación del orden geométrico. Sería de esperar que dicho orden fuese descrito por las matemáticas y la física, pero no lo es. No existe ninguna formulación aceptada que describa cómo se obtiene el orden en la arquitectura. Dado que su influencia, a través de un ambiente construido, afecta a la humanidad de una manera más directa que cualquier otra disciplina, nuestra ignorancia sobre el mecanismo de su generación es sorprendente. Nos hemos concentrado en entender las estructuras naturales inanimadas y biológicas, y no en los patrones sistemáticos reflejados en nuestras propias construcciones.
Existen edificios históricos que son universalmente admirados como portadores de gran belleza (Sección 2). Estos incluyen tanto los grandes templos del pasado (1) como la riqueza cultural contenida en varias arquitecturas indígenas (2,3). Ambos tipos de edificaciones fueron construidos siguiendo reglas empíricas e intuitivas, y estas reglas se pueden deducir de sus mismas estructuras. Este conjunto de reglas empíricas ha sido analizado y consignado en el libro A Pattern Language de Alexander y otros (4).

En la física y la biología subyacen leyes estructurales, y esperaríamos que leyes similares sean válidas también en la arquitectura. Alexander propone un conjunto de reglas que rigen la arquitectura, derivadas de principios biológicos y físicos (5). Dichas reglas se basan en la hipótesis de que la materia obedece a un orden complejo a escala macroscópica. A pesar de que fuerzas como el electromagnetismo y la gravedad son muy débiles para dar cuenta de esto, los volúmenes y las superficies aparentemente interactúan de modo que imitan las interacciones microscópicas de las partículas. De esta manera, la arquitectura se puede reducir a un conjunto de reglas que son similares a las leyes de la física.

Por analogía con la estructura de la materia, postulamos aquí tres leyes para la generación del orden arquitectónico (Sección 3). Estas leyes responden positivamente dado que:
concuerdan directamente con las grandes arquitecturas históricas de todos los tiempos; responden a 15 propiedades abstraídas por Alexander de las creaciones realizadas por el hombre a través de la historia; responden a formas biológicas y físicas.

Esto demuestra que es acertada la aplicación de un enfoque físico a un problema tan complejo, que hasta el momento ha resistido formulación científica alguna.
La aplicación de estas leyes para clasificar los estilos arquitectónicos no se habia propuesto antes (Sección 4). Mientras que la mayoría de las arquitecturas tradicionales cumplen estos tres postulados, la arquitectura modernista sigue leyes contrarias a éstas. En este sentido podemos clasificar la arquitectura tradicional y la modernista en dos grupos separados. Esto nos lleva a pensar, que toda la arquitectura esta creada en función de la aplicación sistemática de estas tres leyes, ya sea siguiéndolas u oponiéndose a ellas.

Los resultados obtenidos hasta el momento no permiten distinguir qué tipo de arquitectura es «mejor». Sin embargo, Alexander, junto con el Príncipe Carlos de Inglaterra, prefieren la arquitectura tradicional. Están convencidos de que la arquitectura tradicional es más adecuada para la humanidad por razones fundamentales, y no solamente por una cuestión de gusto. La Sección 5 presenta argumentos que apoyan este punto de vista. La base de tales argumentos es la agradable sensación que produce una arquitectura como resultado de su armonía, y la unicidad del orden estructural.

2. LAS REGLAS DE LA BELLEZA Y EL ORDEN EN LA ANTIGÜEDAD
Cada civilización o período de tiempo del pasado nos ha legado un conjunto de reglas, implícitas, que ayudan a crear el ideal último de belleza. Cada conjunto de reglas responde a un momento particular, a la disponibilidad de materiales autóctonos, al clima local, o a los rituales religiosos existentes, que definen las reglas arquitectónicas que rigen la belleza. Lo importante es que estas arquitecturas tan diferentes son consideradas como bellas por la mayoría de la gente de hoy, que viven fuera del tiempo y de la cultura que los produjeron. Esto implica la existencia de unas leyes universales que gobiernan el orden estructural.

No es difícil aplicar un conjunto de reglas tradicionales a la arquitectura contemporánea. Por exemplo un templo Griego en Japón (como sede de un banco) o un templo Chino en los Estados Unidos (como sede de un restaurante) pueden ser bellos, si se construyen siguiendo ciertas reglas apropiadas. Tales reglas nos dicen cómo imitar una arquitectura que pertenece a culturas o pueblos diferentes del pasado. Sin embargo, lo que necesitamos más bien que reglas específicas, y lo que los arquitectos buscan, es una prescripción para construir algo bello que no esté restringido por una tradición rígida y posiblemente irrelevante.

Si estudiamos la arquitectura como un problema físico, es posible obtener reglas independientes de cualquier cultura y tiempo específicos. Para ello estableceremos leyes universales que rijan el orden arquitectónico, las cuales incluyen, como casos particulares, la mayoría de las reglas del pasado que se utilizaban para crear arquitecturas bellas — con la excepción de las que rigen la arquitectura modernista. Mostramos entonces que las reglas que rigen la construcción de la arquitectura modernista son opuestas a las que se precisan para lograr un orden natural. Este resultado singulariza el movimiento modernista como un estilo distinto en la historia de la arquitectura.

Las arquitectura modernista es percibida como desagradable por la mayoría de la gente. Esto sucede en relación con su aspecto visual, y de manera especial en relación con las funciones habituales (entradas y salidas, trabajo, circulación, etc.) que tienen lugar en tales edificaciones. La reacción pública contra el movimiento modernista señalada antes (6,7), ha sido expresada con fuerza por el Príncipe Carlos de Inglaterra (8,9). A pesar de tales críticas, la estética modernista permanece profundamente arraigada en nuestra sociedad.

Las propuestas del movimiento modernista han identificado su credo con los progresos tecnológicos del siglo XX. En la mente de muchas personas, el progreso industrial de la postguerra está ligado, y se debe directamente, a la expansión de la arquitectura modernista, y por esta razón son reacios a criticarla. En los países del tercer mundo utilizar un lenguaje arquitectónico modernista se considera como un primer paso hacia la modernización. Sin embargo, ahora se admite que la planificación de la arquitectura y el urbanismo modernista en el mundo preindustrializado han sido en gran parte desastrosos (6).

3. LAS TRES LEYES DE LA ARQUITECTURA
Las siguientes tres leyes se postulan por primera vez en este estudio. Han surgido de mis discusiones e interacciones con Alexander a lo largo de los últimos quince años.
El orden a pequeña escala se establece a través de pares de elementos que contrastan entre sí, produciendo una tensión visual balanceada.

El orden a gran escala sucede cuando cada elemento se relaciona con los demás a distancia de tal modo que se reduzca la entropía.

La pequeña escala se conecta con la gran escala a través de una jerarquía de escalas intermedias enlazadas, con un factor de escala aproximadamente igual a e = 2,7 .
A continuación se presentan varios argumentos independientes que apoyan estas tres leyes. Las dos primeras gobiernan las dos escalas extremas: la pequeña y la grande; y la tercera rige el enlace entre las dos escalas. Cada ley da lugar a varias consecuencias importantes; juntas definen un conjunto de reglas maestras para la generación de la arquitectura. Su validez esta avalada por su correspondencia con la realidad.

3.1 El orden a pequeña escala
Estableceremos una analogía con la manera en que la materia se forma a partir de pares de componentes elementales que contrastan entre sí. La materia sigue un patrón básico. Desde el vacío en la electrodinámica cuántica, que surge de pares virtuales de positrones y electrones, hasta los núcleos formados de neutrones y protones de isospin opuesto ligados entre sí, y a los átomos formados de electrones y núcleos con carga opuesta ligados entre sí, hay un orden matemático establecido. La pequeña escala consiste en pares de elementos con características opuestas ligados entre sí. El acoplamiento mantiene los opuestos cerca uno del otro pero no permite que se solapen, puesto que se aniquilarían mutuamente; esto crea una tensión dinámica.

Aplicamos este concepto a la arquitectura. «El orden a pequeña escala se establece por medio de pares de elementos que contrastan entre sí, los cuales existen en una tensión visual balanceada». Hay varias maneras de lograr el contraste con materiales: con la forma (convexa-cóncava); con la dirección (zigzag); con el matiz del color; con el tono del color (blanco-negro). El contraste local identifica la pequeña escala en un edificio, estableciendo así el nivel fundamental del orden geométrico. La escala es relevante para el observador — en regiones donde una persona camina, se sienta o trabaja, son necesarios el contraste y la tensión en el mínimo detalle perceptible. En áreas lejos de la actividad humana la escala es necesariamente mucho mayor.
El orden estructural es un fenómeno que obedece sus propias leyes. Sus unidades fundamentales son las mínimas diferencias perceptibles de color y geometría. Mientras que la diferencia visible a pequeña escala no es necesaria para definir la estructura, sí es necesaria para el orden estructural. Esto se demuestra en la arquitectura y en la mayoría de los diseños anteriores al siglo XX. Los templos clásicos Griegos tienen detalles que contrastan maravillosamente. Esto sucedía también en el caso del color, aúnque la coloración original se ha perdido con el tiempo. Para ver el uso efectivo del contraste del color basta mirar las extraordinarias paredes embaldosadas del siglo XV en la España Islámica o en Marruecos.
Surgen varias consecuencias importantes de la primera ley.

Los elementos básicos, como los componentes físicos elementales, tienen que ser simples. Esto significa que las unidades fundamentales son en su forma simples; por ejemplo, triángulos, cuadrados y sus combinaciones.
Las unidades básicas están unidas por fuerzas de rango corto. La única manera de lograr esto usando la geometría es por medio de unidades de interconexión con características opuestas.
Las unidades más pequeñas ocurren en pares que contrastan entre sí, como los fermiones. Cuando estos pares de unidades se repiten, no se repite una simple unidad, sino un par, lo que da lugar a la alternancia en vez de a la simple repetición.
La idea del contraste es recurrente en diferentes escalas, impidiendo en realidad que los detalles llenen todo el espacio. Una región con detalles necesita el contraste con una región menos ornamentada, y las dos regiones se combinan para formar elementos que contrastan. De la misma manera, áreas construidas con poco acabado son necesarias para complementar aquellas áreas construidas con un acabado muy fino.

Considérese el núcleo, en donde los protones y los neutrones están ligados por un intercambio de piones virtuales. La interacción fuerte está constantemente cambiando la identidad de los nucleones. Un neutrón puede convertirse en un protón, y volver de nuevo a ser un neutrón. Un par básico de unidades que contrastan entre sí en un diseño, como se describe en la segunda consequencia de la primera ley, debe también poseer esta dualidad. Para que un objeto y el espacio que lo rodea se unan efectivamente en un par de unidades que contrastan, tanto el espacio como el objeto mismo deben tener el mismo grado de integridad estructural.

3.2 El orden a gran escala
En la física, cuando se yuxtaponen objetos que no interactúan, no sucede nada. Una interacción induce a un reajuste que conduce a un orden mayor en la estructura a gran escala, y por lo tanto a una reducción de la entropía. El proceso podría ser tan complejo como el crecimiento de una red cristalina, o tan simple como el alineamiento de la aguja de una brújula. Esta es la manera como se forman las estructuras cristalinas, como se condensan las galaxias, etc. La acción a distancia, sea eléctrica, magnética o gravitacional, impone un orden a gran escala que se caracteriza por las conexiones geométricas.

Una consecuencia de la organización es que aparecen similitudes entre diferentes subregiones. Esto ha de ser imitado en la arquitectura y usado para unir las estructuras a pequeña escala en un todo armonioso. «El orden a gran escala ocurre cuando cada elemento se relaciona con los demás a distancia de tal modo que se reduzca la entropía». Esta prescripción básica es suficiente para generar orden a gran escala tanto en el color como en la geometría. La imitación de una interacción de rango largo determina la orientación y la similitud de unidades espacialmente separadas.

La entropía termodinámica relaciona diferentes reajustes del mismo número de partículas de acuerdo con su probabilidad de ocurrencia. La entropía se aplica al orden estructural de una manera diferente, puesto que relaciona diferentes estados con el mismo número de unidades básicas en contraste. El orden arquitectónico es inversamente proporcional a la entropía de un número fijo de componentes estructurales en interacción. La entropía de un diseño se podría disminuir reduciendo los contrastes locales, pero esto reduciría también el orden estructural — lo cuál sería análogo a eliminar las moléculas en un gas.
Las consecuencias de la segunda ley originan las distintas maneras de lograr el orden global.

El ordenamiento a gran escala reajusta las unidades básicas en combinaciones altamente simétricas. Como en la cristalización, la entropía global se disminuye elevando las simetrías locales. Las escalas más pequeñas se caracterizan por lo tanto por un alto grado de simetría, lo cuál sin embargo no se requiere en las escalas mayores.

El orden se logra también colocando unidades en una rejilla común, siguiendo la indicación de las redes cristalinas. La continuidad de patrones a través de las transiciones estructurales eleva el grado de conectividad.
En la ausencia de una fuerza física entre las áreas, la similitud visual conecta dos elementos de diseño por medio de colores, formas y tamaños comunes. La armonía global representa el efecto opuesto al contraste local.

La insistencia en la «pureza» puede destruir el proceso de conexión, puesto que las conexiones pueden ser malinterpretadas como «impurezas» y eliminadas. Por lo tanto, las imperfecciones son tan útiles como necesarias; justo como en un cristal dopado, donde las impurezas mejoran la estructura.
La segunda ley permite entender más fácilmente la interacción visual de dos objetos colocados uno cerca del otro, bien conocida en las ilusiones ópticas. El cerebro crea líneas conectoras que parecen ligar dos unidades. Ahora, si tomamos dos objetos, trazamos en el papel las conexiones virtuales que vemos, y luego las construimos con algún material, la estructura que resulta resistirá las tensiones y se mantendrá. Esto da una relevancia física a un fenómeno estrictamente visual. El cerebro «ve» las conexiones físicas apropiadas para crear una estructura estable.

La entropía de un diseño es percibida por nuestra habilidad innata para visualizar conexiones. Los espacios principales de cualquier edificación, y la relación de unos con otros, esta gobernada por las interacciones mutuas de todas las paredes con cualquier otro elemento estructural. Ciertas dimensiones, ciertas combinaciones, parecen «resonar» cuando todas las componentes interactúan armoniosamente. Esas situaciones corresponden a los estados de menor entropía. El fin de hacer ajustes en una estructura compleja para bajar su entropía se conforma precisamente al proceso que da lugar a las formas naturales.

3.3 La jerarquía natural de las escalas
La tercera ley de la arquitectura se basa en la idea de similitud y factores de escala. «La pequeña escala se conecta con la gran escala a través de una jerarquía de escalas intermedias enlazadas, con un factor de escala aproximadamente igual a e = 2,7 «. Las superficies interactúan definiendo subdivisiones; todo lo que se tiene que hacer es crear estructuras en la escala apropiada, y ligarlas unas con otras. Las diferentes escalas deben estar lo suficientemente juntas para que puedan relacionarse, y la ligadura se logra a través de similitudes estructurales.

Del razonamiento físico anterior se deduce que las fuerzas materiales se manifiestan de modo diferente a escalas diferentes. La forma de las estructuras naturales está influenciada por tensiones, deformaciones, y fracturas en los sólidos, y por la turbulencia en los fluidos en movimiento. La materia no es uniforme: es totalmente diferente si se la amplia por un factor de 10 o más. El factor de escala por el cual dos escalas diferentes están todavía relacionadas empíricamente es alrededor de 3. En la geometría fractal, los patrones fractales autosimilares de Koch, Peano y Cantor que se parecen más a los objetos naturales tienen razones de similaridad r = 1/3 o r = 1/71/2 = 1/2,65 , en apoyo del factor de escala 1/r = 2,7 (10).

Estos argumentos pueden parecer totalmente heurísticos, y sin embargo revelan un fenómeno básico que se aprecia mejor en las estructuras biológicas. El secreto del crecimiento biológico es el escalamiento, sea a través de una serie de Fibonacci o de una serie exponencial. El crecimiento ordenado sólo es posible si existe un escalamiento sencillo de modo que el proceso de replicación básico se pueda repetir para crear estructura en diferentes niveles. Así, deben existir diferentes ordenes estructurales y deben estar relacionados preferiblemente por medio de un solo parámetro. El factor de escala exponencial e se ajusta tanto a las estructuras naturales como a las hechas por el hombre.

Tómese un diseño bidimensional de la fachada de un edificio. Decídase si medir áreas o dimensiones lineales, dependiendo de la situación. Observaremos que diferentes subestructuras de aproximadamente el mismo tamaño se agruparán en distintos conjuntos de mediciones. Al número de diferentes escalas se le denominará N. Llámese a la escala máxima: xmax y la escala mínima perceptible: xmin . Una estructura ideal tendrá n conjuntos de subunidades cuyos tamaños corresponden a cada elemento de la siguiente sucesión:
{xmin, exmin, e2xmin, …, en – 1xmin = xmax }.

Resolviendo el último término de la sucesión anterior para n se encuentra la relación del número ideal de escalas n con la menor y la mayor de las mediciones (en las mismas unidades). Tenemos, n = 1 + lnxmax – lnxmin donde n es el valor entero más cercano. En una estructura la aproximación del número N de distintas escalas al índice teórico n de la última ecuación es la medida del orden estructural. Esta regla sólo permite precisar si la jerarquía de escalamiento existe; pero no determina si realmente las similitudes realmente ligan las diferentes escalas.

Por ejemplo, un edificio de tres pisos con un detalle mínimo de una pulgada (2,5 cm) requiere que n esté cerca de 7. En muchas edificaciones modernistas, sin embargo, N está cercano a 2, independiente del tamaño, puesto que intencionalmente no hay estructura en las escalas intermedias. Las edificaciones modernistas son «puras», lo que significa que tienen grandes superficies vacías. Por otra parte, algunos edificios postmodernistas con estructuras de tamaños diferentes no organizadas, podrían tener N mayor que n. Una edificación con una jerarquía natural de escalas, no importa como sea, debería tener N muy cerca del índice teórico n.
Se deducen varias consecuencias de la tercera ley.

Cada unidad estará sumergida en una unidad mayor de la siguiente escala en tamaño. Esto conduce naturalmente a una frontera muy amplia para cada objeto en un diseño. El diseño total es una jerarquía de amplias fronteras dentro de otras fronteras.
Como ya se mencionó, las diferentes escalas deben ligarse por formas similares; por ejemplo la misma curva o patrón repetido en diferentes tamaños.
Las diferentes escalas pueden colaborar para definir un gradiente a través de formas similares de tamaño decreciente. Cada edificación requiere un gradiente de entrada así como otros gradientes funcionales, y estos son válidos sólo cuando corresponden a gradientes estructurales.

Una edificación debe estar localizada en el ambiente de modo que encaje con la jerarquía de escalas existente. La naturaleza y las otras edificaciones que la rodean definirán entonces las escalas mayores del conjunto.

El principio de la amplia frontera (consequencia 1 arriba) establece que un objeto que interactúa tiene una frontera de tamaño similar a la del objeto mismo. Por ejemplo, tomemos un cuadrado embebido simétricamente en otro cuadrado con una relación de áreas: A2/A1 = e . Esto da una razón de la anchura de la frontera a la anchura del cuadrado más pequeño igual a: w/x1 = (e1/2 – 1)/2 = 0.32. Esto se puede observar también en física. El campo magnético alrededor de un dipolo magnético esférico de radio R va al infinito, sin embargo la región efectiva del campo es comparable con el tamaño del imán. La magnitud del campo a lo largo del eje es como 1/10 del valor superficial a 2.15R, dando la espesura del campo como 0.58 veces el diámetro del imán (11).

4. UNA CLASIFICACIÓN DE LOS ESTILOS ARQUITECTÓNICOS
Las tres leyes y sus doce consecuencias se verifican en las edificaciones y artefactos de todo el mundo a lo largo de la historia, a través de mas de cuatro milenios de civilización antes del siglo XX (1). Esto avala nuestros hallazgos de manera determinante. Hemos usado argumentos de la física teórica para obtener resultados prácticos que se corresponden con la realidad. Nuestra observación confirma algo ya establecido por Alexander en un contexto estrictamente arquitectónico (4,5).
Todos los arquitectos de la historia, incluidos los modernistas, probablemente tuvieron algún conocimiento de las tres leyes propuestas aquí. Estas leyes definen las diversas formas a sí como la base del diseño y la construcción que imitan la belleza y el orden que se encuentran en la naturaleza. Los arquitectos de movimiento modernista, sin embargo, se esfuerzan deliberadamente en producir construcciones para el hombre que contrastan con la naturaleza. El contraste con lo natural es lo que aporta novedad al diseño modernista. Para lograr esto, los arquitectos modernistas siguen leyes opuestas a las tres dictadas aquí.

La arquitectura modernista minimiza su orden estructural. Invariablemente esos edificios tienen una simetría bilateral monumental, que no tiene justificación, y que carece de las necesarias simetrías a pequeña escala. Tanto la estructura como la función están deliberadamente disfrazadas. El orden a pequeña escala está prohibido. No hay diferenciación espacial; no existe ningún contraste entre el interior y el exterior, o entre espacios complejos y espacion simples, es decir entre espacios que tienen funciones diferentes. Si hay alguna repetición, ésta es monótona y sin contraste. Todas las partes del edificio son independientes, y no interactúan de ninguna forma. Las conexiones entre regiones son suprimidas. Diferentes escalas se permiten sólo si el factor de escala es de 15 o más, de modo que las escalas están desconectadas. No hay fronteras, ni superficies conectoras; las superficies son límpidas y terminan en bordes rectos y en esquinas abruptas. Finalmente, cualquier orden natural o existente es usualmente arrasado antes de la construcción, impidiendo así cualquier conexión con los alrededores.

Podemos clasificar todos los estilos arquitectónicos en dos grupos: naturales y modernistas. Esta clasificación se basa en su seguimiento o en su oposición a las tres leyes del orden estructural y no tiene nada que ver con la antigüedad de las edificaciones. Mucha gente ha separado siempre de manera instintiva las edificaciones modernistas de las tradicionales, pero, dada la ausencia de reglas definidas, no era posible hacerlo de manera sistemática. Es posible incluso juzgar un estilo «mixto» observando qué leyes sigue, y cuáles deliberadamente contradice.
La comunidad de los arquitectos distingue los estilos arquitectónicos de acuerdo con el uso de materiales tradicionales como la piedra y el ladrillo en contraste con materiales como el acero, el vidrio y el hormigón armado. Nuestros resultados muestran que esta distinción no es muy relevante, puesto que es posible hallar construcciones que contradicen las tres leyes usando cualquier material. Por otra parte, algunos de las más bellas edificaciones del Art Nouveau, que siguen nuestras leyes, fueron posibles gracias a los materiales modernos (12).

5. EL CARÁCTER ANTINATURAL DE LAS EDIFICACIONES CONTEMPORÁNEAS
Esta sección presenta dos criterios para diferenciar entre la arquitectura natural y la arquitectura modernista: la respuesta emocional de una arquitectura; y
la conexión más profunda entre el orden arquitectónico y la naturaleza.
El movimiento modernista fue inventado en la década de los años veinte por un grupo de arquitectos portadores de ideas extremistas en política y filosofía (6,7). Estaban obsesionados por la urgencia de romper con cualquier orden histórico existente. Su propósito era transformar la sociedad realizando construcciones que desafiaran la naturaleza, yendo en contra de los sentimientos instintivos de belleza que existe de forma natural en la gente.

En la Sección 4 mostramos cómo la arquitectura modernista se apoya en reglas que son lógicamente opuestas a las tres leyes del orden estructural. Sin embargo, la física moderna sufrió también una ruptura deliberada con la física clásica, pero eso no fue razón para despreciarla. La diferencia crucial es que la física moderna sobrevivió por su explicación de los fenómenos experimentales. Esto identifica una deficiencia en la teoría arquitectónica: la falta de una base experimental o algo análogo a ella.

5.1 La base emocional de la arquitectura
Las mejores arquitecturas tienen una cualidad dominante: se sienten naturales y confortables. El hombre se conecta con su entorno a pequeña escala y necesita sentirse seguro cerca de cualquier estructura a gran escala. Hay una reacción humana innata a las amenazas del ambiente, y las estructuras amenazan nuestro sentido primigenio de seguridad cuando no son naturales. Una edificación, sin que importe su forma o su uso, se percibe como bella cuando se establece un vínculo emocional con el orden estructural. Esto no depende ni del gusto ni de la moda.

El bienestar emocional se puede usar como criterio experimental para juzgar la efectividad de una estructura. El hombre se relaciona de inmediato con el detalle en un diseño o estructura, ya que la conexión a pequeña escala es emocional. Por el contrario, la percepción de la forma global a menudo requiere una reflexión, que es un proceso más intelectual. De acuerdo con las tres leyes del orden estructural, nuestra conexión con la arquitectura ocurre a través de la pequeña escala, de las escalas intermedias, y finalmente de la gran escala — y es válida sólo si todas las escalas están conectadas.

La necesidad humana fundamental del orden estructural a pequeña escala se manifiesta en casi cada objeto y edificación hecha antes del siglo XX. Los arquitectos modernistas, sin embargo, no se cansan de atacar como «criminal» el orden a pequeña escala. Esta afirmación representa una extremada y exagerada reacción a la ornamentación del siglo XIX. La solución a la decoración en demasía no es la eliminación de todo detalle, sino el hallazgo del detalle exacto necesario para anclar las formas más grandes. Un mínimo de detalle, colocado de modo apropiado, establece bienestar emocional.

La arquitectura modernista desprecia la necesidad humana básica de un ambiente mental confortable en donde vivir y trabajar. De acuerdo con los fundadores del movimiento modernista, no se tiene derecho a esperar comodidad emocional en la arquitectura (6,7). Además, los arquitectos modernistas buscan deliberadamente crear tensión emocional introduciendo esquinas cortantes, ejes metálicos, colgaduras masivas protuberantes, etc. Insisten de manera persistente en líneas rectas, aun en situaciones donde las curvas son claramente más apropiadas. Esto no se hace por una razón funcional, y a menudo actúa en contra de las funciones propias de esas edificaciones.

Es bien conocido por los estudios en sicología ambiental que las estructuras modernistas hacen sentir muy incómodos a sus habitantes. Los instintos humanos hacia la reducción de la incomodidad espacial tratan de reducir la sensación de falta de bienestar. Esto es análogo a nuestros instintos para evitar el dolor físico, que protege del daño a nuestros tejidos corporales. Los arquitectos modernistas no han prestado seria atención a la necesidad humana de bienestar emocional en un escenario arquitectónico: algo vital en la conciencia humana que bien podría dañarse por un ambiente que carece de orden estructural.

5.2 Unicidad del orden estructural
Existen hoy en día dos concepciones opuestas sobre el orden estructural. A la mayoría de la gente se le ha enseñado a pensar acerca del «orden» en los términos de la arquitectura modernista: simetría bilateral a gran escala, superficies vacías planas, bordes rectos y ángulos rectos, etc. Este ensayo argumenta que el orden estructural de nuestro mundo tal como es revelado por la ciencia, está en contradicción con el ambiente construido por el movimiento modernista. No podemos justificar dos definiciones contradictorias del orden estructural, lo que implica que las leyes del orden estructural deben ser únicas, y son las definidas en este ensayo.
Como se hizo notar en la Sección 3, el hombre puede visualizar conexiones intuitivamente. Esta habilidad innata ha permitido a los humanos el desarrollo de la arquitectura en la evolución de la humanidad. La mente establece patrones y conexiones no sólo entre objetos, sino también entre ideas y conceptos. Para un físico, nuestras nociones intuitivas innatas de orden estructural surgen de la misma fuente que nuestra habilidad para hacer física. En lugar de ser enriquecida, esta habilidad es suprimida, como se describe a continuación.

O heredamos una concepción innata de orden estructural, o la aprendemos del ambiente. A finales del siglo XX las personas están rodeadas de estructuras modernistas que violan a propósito las tres leyes, sin embargo se les recuerda constantemente que esas edificaciones representan el único orden «verdadero». Si, como se sostiene aquí, las leyes son únicas, entonces las edificaciones modernistas suprimen la concepción de orden estructural que hemos heredado. La consecuencia de esto es un daño irreparable en nuestra habilidad de percibir conexiones, que afecta mucho más que a la mera arquitectura.

6. CONCLUSIÓN
Se han postulado tres leyes del orden estructural a partir de analogías con leyes físicas básicas. Se mostró cómo estas leyes tienen validez científica más allá de cualquier moda u opinión arquitectónica. Las formas naturales tienen una complejidad interna ordenada que imita los procesos físicos en interacción, y esto se refleja en las grandes edificaciones históricas y en las arquitecturas vernáculas de todo el mundo. Las tres leyes aquí derivadas son eminentemente prácticas y se pueden aplicar para crear edificaciones de gran belleza física y emocional.

A finales del siglo XX, la arquitectura modernista domina nuestro mundo. Este ensayo muestra que la arquitectura modernista se opone de manera deliberada al orden natural minimizando el orden estructural. Esto viola sentimientos profundamente enraizados que son parte intrínseca de la conciencia humana. Hasta ahora, la gente se ha sentido frustrada por la falta de orden estructural y por la imposición de edificaciones que nos hacen sentir incómodos. Estos resultados deberían convencer a la gente de que su intuición sobre la belleza arquitectónica es correcta, y que es possible recuperar un ambiente enriquecedor hecho por el hombre.

Agradecimientos
Al Profesor Christopher Alexander por permitirme trabajar con su libro The Nature of Order, que proximamente se publicará, y por su generoso estímulo a lo largo de los años.

Referencias
1) Sir Banister Fletcher, A History of Architecture, 19th Edition, edited by John Musgrove (Butterworths, London, 1987).
2) Bernard Rudofsky, Architecture Without Architects (Doubleday, Garden City, New York, 1964).
3) Bernard Rudofsky, The Prodigious Builders (Harcourt Brace Jovanovich, New York, 1977).
4) C. Alexander, S. Ishikawa, M. Silverstein, M. Jacobson, I. Fiksdahl-King and S. Angel, A Pattern Language (Oxford University Press, New York, 1977). Traducción en Castellano: Christofer Alexander, Un Lenguaje de Patrones: Ciudades, Edificios, Construcciones (G. Gili, Barcelona, 1980).
5) Christopher Alexander, The Nature of Order (Oxford University Press, New York, 2001). (En prensa).
6) Peter Blake, Form Follows Fiasco (Little, Brown and Co., Boston, 1974).
7) Tom Wolfe, From Bauhaus to Our House (Farrar Straus Giroux, New York, 1981).
8) Charles, Prince of Wales, «Speeches on Architecture», in: The Prince, the Architects, and New Wave Monarchy , edited by Charles Jencks (Rizzoli, New York, 1988)
9) Charles, Prince of Wales, A Vision of Britain: A Personal View of Architecture (Doubleday, London, 1989).
10) Benoit B. Mandelbrot, The Fractal Geometry of Nature (Freeman, New York, 1983).
11) Oleg D. Jefimenko, Electricity and Magnetism 2nd. Ed., (Electret Scientific Co, Star City, W. Virginia, 1989). p. 493.
12) Frank Russell, Art Nouveau Architecture (Arch Cape Press, New York, 1979).

El hombre y la Máquina, No 16, Abril de 2001, páginas 12-23. Artículo publicado originalmente en inglés en Physics Essays volumen 8, número 4, Diciembre 1995, páginas 638-643, y traducido por Jairo Roldán con la autorización de © Physics Essays Publications.

Nikos A. SalíngarosProfessor of Mathematics, Division of Mathematics, University of Texas at San Antonio, San Antonio, TX 78249 USA.salingar@sphere.math.utsa.edu

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