Nos encontramos en una época histórica límite: globalización significa que mientras los sectores secundario y terciario de nuestra economía se hacen cada vez más eficientes y complejos, el primario, referido a materias primas, entra en una secuencia crítica. Cada subsector primario ha localizado y conoce los límites del bien en disputa, que se presenta como limitado y no renovable, lo que hace que las empresas asociadas al mismo puedan crecer solamente, no localizando nuevos yacimientos, sino comprando otras empresas. Esto conduce a una concentración de la posesión, a la generación de precios especulativos en esos bienes y, finalmente, a la imposición de precios en función no de la oferta y la demanda, sino del grado de control de los mismos y de su índice de necesidad.
Este proceso sólo puede invertirse por la aparición de una nueva energía, de apariencia ilimitada, que redefina a su vez las materias primas disponibles (que pueden definirse como aquellas necesarias para los procesos productivos y accesibles en función de la energía disponible)