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Paco González y Enric Senabre
La acción participativa, el micro-urbanismo con el influjo constructivo de las redes sociales, el aprendizaje colaborativo y la respuesta asamblearia ya no es materia ideológica de sectores minoritarios extremistas sino que juega un rol especifico dentro del sector de la arquitectura como modelo de gestión autónoma en las ciudades. Intervienen de manera transdisciplinar estudios de Arquitectura y Urbanismo, Profesionales, Vecinos o Entidades colaborativas para focalizar la participación y resolver problemas cotidianos.
Siguiendo esta respuesta nos encontramos con herramientas útiles que hacen de este modelo un nuevo baluarte en el diseño progresista de las ciudades. No es necesario en la mayoría de los casos grandes inversiones sino una respuesta ciudadana al planteamiento efectivo del cambio.
Al amparo de este nuevo movimiento han aparecido modelos de aprendizaje colaborativo, mapeos de áreas o pequeñas iniciativas. En otra ocasión en unión de nuevas tecnologías y rediseño de prototipos en forma de teorías ya algo obsoletas provenientes del Renacimiento se introducen nuevos conceptos sobre plazas, calles, solares o edificios abandonados.
Reconocer este modelo no es tarea fácil. Cuando aun en las Escuelas de Arquitectura se enseña como construir una mole de hormigón armado, el diseño de planes o el rediseño de áreas para alinear coches. Unos pocos empiezan a construir modelos complejos de aprendizajes basados en la experiencia, eficacia energética, reutilización de espacios, Tecnologías de Smart Cities…
El modelo de la experiencia no es sino combatir el mal de la inacción y la falta de motivación. Surge de un modelo pedagógico eficaz que prima la eficiencia y la involucración del diseñador en el proyecto pero sobre todo se trata de integrar cuanto antes la practica y la aportación diaria de cualquier ciudadano al complejo mundo de las ciudades. El modelo es colectivo y cualquiera puede participar.
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