El High Line es un parque público que tiene 1,45 millas de largo (2,3 kms.) va desde la calle Gansevoort hasta la 34th Street en el West Side de Manhattan. Anteriormente, este espacio era parte de la línea del ferrocarril que estuvo en funcionamiento desde 1934 hasta 1980.
La High Line, o línea elevada, fue construida en 1930 para sacar de las calles de Manhattan el tráfico de trenes de mercancías y así evitar accidentes. La vía, abandonada desde 1980, se encontraba a punto de ser demolida cuando en 1999 se fundó Friends of the High Line para intentar salvar el espacio y decidir qué hacer con él.
Gracias al trabajo de la asociación, en 2003 se convocó un concurso de ideas: hubo 720 propuestas —que se pueden ver en la web— y el proyecto se adjudicó al equipo de arquitectos James Corner Field Operations & Diller Scofidio + Renfro.
Tras 10 años de planificación y construcción, el mes de junio 2009 se abrió la primera parte del parque, que va desde la calle Gansevoort hasta la Calle 20 (unos 2.5 kilómetros). El proyecto dispone que el parque llegue hasta el barrio de Hell’s Kitchen, a una zona conocida como Rail Yards, aunque esta tercera sección se topa con un obstáculo: a diferencia de los terrenos anteriores, que pertenecían a la ciudad de Nueva York, ese último tercio de la línea es propiedad privada y pende sobre él la intención de construir una zona residencial y comercial que, dicen los propietarios, respetaría las antiguas vías aunque demolería una parte de las mismas sobre la Avenida 10. Ante esta amenaza, los Amigos de la High Line están haciendo campaña para conseguir que las vías se mantengan íntegras, en una zona que además tiene las vistas más impresionantes sobre el río Hudson, el Empire State y los demás edificios del Midtown
La zona fue adquirida por el Departamento de Parques y Recreación de Nueva York y la segunda Fase ha sido inaugurada hace pocos días (8 de junio de 2011) con bombos y platillos. Se espera que se convierta muy pronto en un destino popular para turistas y neoyorquinos.
EL MOBILIARIO
Todos los muebles del parque son obra de la diseñadora y paisajista Lisa Switkin. La madera de ipe brasileña usada para las bancas y el anfiteatro fue elegida por su longevidad, y traída de un bosque certificado por el Forest Stewardship Council que asegura una correcta utilización de los recursos naturales.
EL RECICLAJE URBANO
El concepto del parque se basa en la reutilización de espacios, siguiendo la tradición de no destruir nada que pueda servir en el futuro —en Estados Unidos existe de hecho un movimiento llamado Rails to Trails (www.railstotrails.org), que busca convertir todas las antiguas vías ferroviarias abandonadas en espacios públicos de recreación.
En el caso de la High Line, el equipo de arquitectos se inspiró en la belleza melancólica y sin reglas de la abandonada High Line, donde la naturaleza renacía entre los agujeros de una zona postindustrial. Es lo que han bautizado como “agri-tectura”, que no es otra cosa que integrar el espacio natural en la obra del hombre. En la práctica, eso supone la combinación de senderos de cemento con plataformas de madera y un entorno de vegetación natural, todo ello manteniendo los rieles en su ubicación original. Así, puede verse gente leyendo, dibujando, escribiendo y pintando, sentados sobre bancas de madera que parecen crecer directamente de las vías; o bien tomando el sol, comiendo y paseando sobre placas de cemento estrechas y alargadas que en los extremos se abren, se levantan y separan como rieles en cuyos recovecos y entresijos crecen las plantas a imitación de la vegetación salvaje que intenta recuperar su espacio perdido.
High Line Design Video
A four-minute fly-through animation of the design for Sections 1 and 2. This video was made possible by the Trust for Architectural Easements, and was produced by Brooklyn Digital Foundry.
EL MOMENTO
La tarde, para ver cambiar los colores del cielo y del río Hudson mientras uno descansa en una de las tumbonas que asemejan un montón de listones de madera amontonados unos sobre otros, algunos de los cuales tienen ruedas para desplazarse lateralmente sobre los rieles. Y poco a poco dejar que el día anochezca y, ahora sí, más que en ningún otro momento, sentir el parque flotar sobre la ciudad que estalla en luces allá abajo.
LA TRANSFORMACIÓN
En enero de 2006 comenzó la construcción de la sección 1, para la cual hubo que retirar la estructura original: los rieles, la tierra, las bases de cemento; con el fin de asegurar y reparar concienzudamente toda la estructura sobre la que se asentaría el parque, y añadir impermeabilización al acero y cemento, y un sistema de drenaje que el antiguo uso de las vías no precisaba.
Cada tramo de vías fue minuciosamente asentado en un mapa, de modo que posteriormente cada riel se colocó en su emplazamiento original. Una vez finalizada esa fase, se añadieron los senderos de cemento, las bancas de madera, el anfiteatro con la enorme cristalera directamente sobre el asfalto de la avenida, las tumbonas para contemplar el río y, por último, se inició el cultivo de árboles, arbustos, césped y flores.
NATURALEZA VIVA
El cultivo de los 210 tipos diferentes de plantas comenzó en otoño de 2008, con especies perennes que necesitan menos mantenimiento y lucen mejor en todas las estaciones. El paisaje, diseñado por Piet Oudolf —autor entre otros del Battery Park—, se inspira en las plantas que crecieron en los rieles elevados y sus alrededores durante los 25 años en que las vías estuvieron en desuso.
Las especies elegidas para repoblar el parque, traídas de viveros ubicados a lo largo de toda la Costa Este, lo fueron por su sostenibilidad, aguante, belleza, textura y colorido, y muchas son las que crecían naturalmente en los rieles: el Koelreuteria paniculata (jabonero de China o árbol de los farolillos), por ejemplo, fue el primer árbol que se eligió en Long Island para las entradas del parque. Los ejemplares se plantaron muy jóvenes para que se fueran aclimatando a las nuevas condiciones. También se encuentra la sasafrás, que tiene tres formas diferentes de hojas dependiendo de la edad del ejemplar. Otras especies son Chaenomeles speciosa (árbol del membrillo), Amelanchier laevis (guillomo), Sumac (rhus), una de las especies que crece naturalmente en la High Line, Cornus sanguinea (cornejo), Cotinus coggygria (árbol de las pelucas), Ilex verticillata (hiedra) y Quercus macrocarpa (encino).
Entre las plantas que florecen se encuentran la fragante Viburnum bodnantense (viburnum), los despuntes lavanda de la Crocus tomasinianus (rubí gigante), o la Hamamelis intermedia (hamamelis), una de las primeras en florecer.
LA MARCA
El High Line Park fue pensado para los vecinos del barrio y neoyorquinos en general, aunque en el siglo xxi todo sucede a la velocidad de los nuevos trenes. El antiguo barrio industrial y matadero de ganado se convirtió en el inter en el lugar de moda. The New York Times comentaba recientemente que las vías han creado un parque que ha creado un barrio que ha creado una marca: ahora es posible comprar un condominio en el High Line Building, comer en el delicado High Line Thai Restaurant, bailar en el High Line Ballroom y celebrar en el High Line Festival. La belleza melancólica del pasado se pierde entre boutiques y limusinas en el Meatpacking District.
EL ARTE
En un barrio como Chelsea, lleno de galerías y talleres, el parque quiere mantener el contacto con la comunidad acogiendo instalaciones artísticas como la de Spencer Finch, titulada The River Flows both Ways. Aprovechando docenas de pequeñas ventanas de la estructura original, Finch coloca paneles de cristal que representan las diferentes condiciones del agua del río Hudson, estudiadas a través de la toma de más de 700 fotografías. Como el agua del río, la obra cambia según las condiciones del día, por la incidencia de la luz sobre los cristales.
LOS SOÑADORES DE NUEVA YORK
Joshua David (periodista, 42 años) y Robert Hammond (pintor, 37 años) son los fundadores de Friends of the High Line, la asociación que ha conseguido salvar este enclave de la demolición. Ambos vecinos del barrio, consideraban la High Line una escultura industrial-chic suspendida en el cielo en el barrio de Chelsea, lleno de galerías y talleres. Se conocieron en una reunión informal de personas interesadas en salvar esta joya y decidieron formar la asociación. Fue una época de mucho esfuerzo, entrevistas con políticos y dedicación a una campaña a la que poco a poco se fueron sumando neoyorquinos anónimos y otros famosos como el actor Edward Norton, que se convirtió en la cara mediática del proyecto. Cuando comenzaron a explicar su idea de convertir las vías abandonadas en un espacio público, lo primero que les respondieron fue: “Es bonito que todavía queden soñadores en Nueva York”.
LOS CONTRASTES
Las parejas acarameladas se sientan en las bancas de madera entre flores coloridas y perfumadas a contemplar las naves industriales y antiguas fábricas. Aunque si uno se asoma a la baranda, esos edificios que parecen a punto de desplomarse, albergan en la planta baja un bistró o un mercado gourmet o una boutique de Stella McCartney o Helmut Lang. Durante unos minutos el viento juega entre las ramas y hojas, y todo el parque suena a bosque tormentoso, y unos segundos después amaina el viento, y el parque se llena de nuevo con los cláxones de los camiones en las avenidas y los taladros y grúas del barrio en reconstrucción.
El efecto de crecimiento natural de vegetación salvaje entre las vías está muy bien logrado, lo que contrasta aún más con el moderno diseño de bancos, fuentes y focos de iluminación. En la noche, la luz, muy sutil, proviene de farolas de bajo consumo de energía ubicadas a la altura del paseante, lo que da sensación de seguridad y, al mismo tiempo, permite una contemplación realista del espectáculo de luces de una ciudad donde
los estacionamientos abiertos de varios pisos compiten con las terrazas-solarium con sombrillas, el pequeño anuncio del oscuro car wash bajo los anuncios gigantes y luminosos de Emporio Armani o Calvin Klein. Y algunos visitantes que se sientan en el anfiteatro a ver pasar los taxis amarillos y camiones repartidores a toda velocidad. Paradojas de Manhattan: ir al parque flotante para ver el estrés de la ciudad.
Fuentes: