Responsable de la investigación: María Varona Gandulfo.
EQUIPO DE LA INVESTIGACIÓN.
María Varona Gandulfo. Arquitecta. Responsable de la Investigación. España
Carlos Tapia Martín. Arquitecto. Universidad de Sevilla. España.
Laura Tena Sánchez. Arquitecta. España.
Victoria Quintero Morón. Antropóloga. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España
Ángel del Río Sánchez. Antropólogo. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. España
Rafael de Lacour Jiménez. Arquitecto. Universidad de Granada. España
Carmen Guerra de Hoyos+Mariano Pérez Humanes. Grupo Investigación Out_Arquías. Escuela de Arquitectura.
Universidad de Sevilla. España.
DIRECCIÓN ACADÉMICA DE LOS SEMINARIOS.
Carlos Tapia Martín (Seminarios Territorios de Aproximación y Espacios Mediados)
Rafael de Lacour Jiménez (Seminario Espacios Mediados)
DIRECCIÓN TÉCNICA DE LOS SEMINARIOS.
Carlos Tapia Martín
Laura Tena Sánchez
COMITÉ CIENTÍFICO.
C. Emilio Piazzini. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Bogotá, Colombia
Vladimir Montoya. Instituto de Estudios Regionales. Universidad de Antioquia. Colombia
Mercedes Daguerre. Arquitecta Investigadora. Italia/Argentina.
Alfredo Rubio Díaz. Facultad de Geografía. Universidad de Málaga. España.
Juan Luis Moraza. Facultad de Bellas Artes de Vigo. España.
José Enrique López-Canti Morales. Arquitecto. Escuela de Arquitectura. Universidad de Sevilla, España.
Javier Escalera Reyes. Antropólogo y responsable del Grupo de Investigación Social de Acción Participativa (Sej-
218). Universidad Pablo de Olavide. Sevilla. España.
Juan Calatrava Escobar. Historiador. Escuela de Arquitectura de Granada. España.
Roberto Fernández. Facultad de Arquitectura. Universidad de Buenos Aires, Argentina
DISEÑO GRÁFICO Y MAQUETACIÓN.
Laura Tena Sánchez.
(Logos, Javier Aldarias)
CORRECCIÓN Y EDICIÓN DE TEXTOS
Laura Tena Sánchez
DIRECCIÓN DE DESCARGA:
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© de los textos, los autores, incluidas las imágenes aportadas por ellos.
© de la publicación, Universidad de Sevilla y Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio. Junta de Andalucía.
Todo lo dicho en esta publicación es un compendio de lo expuesto en los seminarios internacionales de apoyo a la investigación y la responsabilidad de los contenidos es exclusivamente de los autores, en cuanto a originalidad, autoría, opinión y autorización en el empleo de imágenes, para las que se solicitó a cada autor que tuvieran permiso de reproducción a su cargo.
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A través de convocatoria pública ganada mediante proyecto presentado a las ayudas a la investigación en materia de arquitectura en el año 07, de la antigua Consejería de Obras Públicas y Transportes y hoy dependiente de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, se define una línea de indagación sobre modos de convivencia y habitación en el territorio andaluz para un futuro cercano, de entre 20 y 40 años, que perfile evoluciones y genere posibilidades a tenor de unas variables que hoy, cada día, podemos percibir como determinativas de transformaciones culturales.
El marco cultural envuelve la investigación. Desde esta dimensión se pretende hacer un recorrido integral que dibuje un borde, una silueta que permita diagnosticar la capacidad de adaptación, absorción, integración, hibridación de las múltiples situaciones que se producen con respecto a los modos de habitar en el seno del territorio objeto de estudio. Los equipos investigadores del Proyecto han generado dos perspectivas de análisis: desde lo arquitectónico a lo cultural y desde lo antropológico a lo espacial. Son dos vías que han de enfrentarse y construir un protocolo común de entendimiento del problema. Pese a pluralidad teórico-metodológica de partida, la intención es que los estudios disciplinares se disuelvan en una línea analítica común y global -lo cual es una aportación significativa- que se concretará mediante procesos de encuentro que quedarán registrados.
Los avances de la investigación serán periódicamente revisados, reflexionados y confrontados de manera interna y con otros especialistas en los dos seminarios previstos. Los seminarios además de propiciar un encuentro y debate interdisciplinar, tienen como objetivo prioritario incorporar nuevos actores con investigaciones realizadas o en curso que enriquezcan las planteadas por la Coordinación del Proyecto. Por ello, casi consecutivamente, en dos localizaciones centrales de la geografía andaluza, se celebrarán sendos seminarios abiertos a la participación de cuantos colectivos, instituciones, investigadores, legisladores, asociaciones de cualquier índole, etc. quieran poner a disposición sus experiencias. Desde la Coordinación del Proyecto pensamos que un conocimiento colectivo, multidisciplinar y participativo puede redundar exitosamente en una visión prospectiva, generativa y con mayor capacidad productiva. Habitualmente, las investigaciones sirven para evidenciar los fenómenos, aunque, desde nuestros presupuestos deontológicos de partida, nos interesa destacar aquellas dimensiones que han supuesto una visible mejora en las relaciones sociales y de convivencia, entendidas desde valores como el respeto mutuo, la apertura, la receptividad…
Andalucía como pueblo históricamente caracterizado por los intercambios, la mezcolanza y la diversidad, reúne las condiciones óptimas para desarrollar un debate sobre cómo adaptarse a las nuevas inserciones a las que, inexorablemente, se ve abocada: deslocalización inmigraciones geográficas modelos de convivencia globalización movilidad europea espacios públicos (lugares de encuentro y solapamiento) nuevos espacios públicos (centros comerciales) tipologías: hibridación en los usos, trabajo, ocupación desigualdad social y exclusión sostenibilidad, gasto energético tecnología ciudad, territorio identidad y cultura modelos de gestión de la vivienda turismo cuerpo y espacio arte y vida cotidiana La realidad social andaluza ha sufrido una intensa transformación en las últimas décadas que ha revertido en los modos de habitación, desde sus usos y percepciones hasta su concepción y planificación.
Los enormes cambios producidos en la estructura productiva básica con sus consiguientes correlatos en los niveles y hábitos de vida de los distintos sectores de andaluces; los masivos procesos migratorios con la incorporación visible de nuevas colectividades culturales con diversas cosmovisiones; el turismo en sus múltiples y diversas variantes; los destinos de profesiones y estudios de las nuevas generaciones andaluzas, entre otras muchas, son variables que se cruzan y mixturan personal y grupalmente, conformando un nuevo y complejo escenario que requiere de un análisis detallado con la intención de generar ideas y propuestas que puedan converger de manera armoniosa en futuros diseños habitacionales en los nuevos contextos sociales. El desarrollo de la investigación se expresa gráficamente en el siguiente esquema:
Puede observarse que hay un área participativa con dos ámbitos: los seminarios y el “Colector”. Los seminarios se describen a continuación. En cuanto al Colector, es el nombre que recibe el módulo de la web hibridacionesandalucía.net como base de datos abierta, donde se podrá solicitar la introducción de fichas documentales, como un registro de las aportaciones edilicias, sociales, bajo proyecto o sin él, que sirvan de referente para mantener un observatorio de acciones transculturales. Este observatorio tendrá un carácter extendido en el tiempo, más allá de la finalización de la investigación.
Ese registro tendrá como único filtro el pertenecer a alguna de las líneas temáticas expresadas anteriormente y que la documentación sea completa y adecuada respecto a las fichas modelo que se pueden descargar de la web. Tendrá varias finalidades. La primera será la ya expresada, difundir aquellas propuestas que indiquen cómo se han planteado y resuelto problemas de cambio cultural por renovación o por imposición. La segunda será aportar ese registro a la institución financiadora de la investigación, la Junta de Andalucía, para que pueda obtener sus propias fuentes y conclusiones. Ese material será objeto de estudio por parte de esta investigación y siempre quedará salvaguardada la autoría. A raíz de ese estudio, se podrá invitar a participar tanto en partes de la investigación, mediante un encargo parcial, como a los seminarios.
METROPOLIZACIÓN, TERRITORIO Y VIVIENDA EN ANDALUCÍA.
UN PROCESO ABIERTO Y ALJAMIADO DE TRANSFORMACIÓN SOCIOCULTURAL.
Fernando Conde
La idea de la ponencia es realizar una reflexión sobre el conjunto de percepciones y representaciones sociales sobre el proceso de cambios en Andalucía, a la luz de un conjunto de investigaciones cualitativas realizadas desde el año 1993 al 2008. Las principales investigaciones a las que nos vamos a referir han tenido objetivos muy diferentes: el análisis de la demanda de vivienda en Huelva (1993)1, la aglomeración urbana de Granada (1999)2, el área metropolitana de Sevilla; la percepción de las transformaciones en el territorio andaluz (2007)3 y la realización de un “Diagnóstico Social” de la zona de Almanjáyar en Granada (2008). Junto a estas investigaciones más troncales, voy a tener en cuenta, en la medida que sea pertinente, la experiencia de la investigación cualitativa que he podido desarrollar en Andalucía en estas dos últimas décadas, por más que hayan sido realizadas con unos objetivos muy diferentes a la cuestión del modo de habitar en la Comunidad. Tomando como base la investigación sobre las transformaciones territoriales y sociales en Andalucía (2007), he tratado de recuperar algunas ideas de las otras investigaciones con el objetivo de realizar una reflexión más global sobre cómo puede estar siendo vivido, o al menos, representado por la sociedad andaluza, el conjunto de cambios que se han desarrollado en Andalucía en estas dos últimas décadas. Reflexión que, quizás, pueda ayudar a alguno de los objetivos de este seminario sobre la “Hibridación y transculturalidad en los modos de habitación contemporánea” en Andalucía. La reflexión la he subtitulado un “proceso abierto aljamiado de modernización y transformación social” para subrayar la dimensión de construcción, siempre inacabada, de Andalucía y para reforzar el carácter “mestizo”de dicho proceso recuperando, para ello, el término de “aljamía”, utilizado por Francisco Sánchez (1992)4 en su estudio sobre Casarabonela.
Dicha expresión que clásicamente sirve para denominar los “textos castellanos escritos con grafía árabe”, podría ser entendido, según propone María Cátedra en el prólogo a la obra de F. Sánchez, como un término que “expresa gráfica y rotundamente la naturaleza de la historia y el contacto intercultural”, como una forma singular de caracterización de los procesos, que hoy llamaríamos de hibridación cultural, en la medida, siempre según Maria Cátedra, que dicha expresión expresa también “unión de contrarios y comunicación de opuestos”. De ahí que por mi parte ya hubiera utilizado dicha expresión para designar el proceso de cambios en la aglomeración urbana de Granada (Conde 1999) en el que coexistían tiempos y espacios urbanos y sociales que, desde una perspectiva de una comprensión “lineal” de la modernización urbana, corresponderían a tiempos sociales e históricos aparentemente muy distintos. La reflexión la voy a desarrollar en una diferente escala social y espacial: – La de Andalucía en su totalidad; – La de las grandes ciudades con sus respectivas culturas urbanas. – Las diferentes formas sociales de uso y apropiación del espacio. – Las experiencias de convivencia más micro en un barrio. Múltiples escalas relacionadas entre sí que, por razón de la linealidad de la escritura, vamos a desarrollar desde la escala más macro, Andalucía, a la más micro de la experiencia de convivencia en un barrio.
1. LA PERCEPCIÓN SOCIAL DE LOS CAMBIOS EN ANDALUCÍA. La primera cuestión que conviene afirmar con fuerza es la vivencia por parte de la población andaluza de un intenso proceso de cambios en Andalucía en estas últimas décadas. Proceso de cambios que está transformando radicalmente la sociedad y el territorio andaluz y que, en las representaciones sociales dominantes tiene dos hitos fundamentales: la conquista de la Autonomía y la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Hitos a los que, probablemente, haya que incorporar la actual crisis con las diferentes repercusiones que ésta pueda tener en los más diferentes ámbitos de la vida andaluza. A tiro pasado, desde el 2007, la valoración del proceso global se carga de una cierta ambivalencia valorativa: En primer lugar, resultan innegables las transformaciones experimentadas por Andalucía en los más diversos órdenes que se quiera considerar: social, económico, cultural, político, territorial, urbano. En dicho conjunto de procesos de cambios, en la mencionada investigación del 2005 (publicada en el 2007), se destacaban especialmente la importancia de las siguientes transformaciones:
– La transformación más directamente territorial impulsada por el desarrollo de una amplia red de grandes infraestructuras viarias: las autopistas y las autovías, así como las líneas de ferrocarriles de Alta Velocidad condensan la imagen de estos cambios.
– Un cambio de modelo productivo especialmente visualizado en el salto de la agricultura a un intenso proceso de terciarización económica como resultado, entre otras cuestiones, de la importancia del turismo en el desarrollo andaluz.
– La intensa urbanización y no menos importante auge inmobiliario que está transformando, que ha transformado ya el paisaje andaluz.
– La modificación del tradicional eje de articulación y de representación del territorio andaluz: Frente a la tradicional división entre Andalucía Occidental y la Oriental, en las representaciones sociales andaluzas se proyecta un nuevo eje de distinción y de vertebración del territorio andaluz entre las zonas del “litoral”, la “costa” y las zonas del “interior”.
– El salto de Andalucía desde la tradicional sociedad de emigrantes (al “Norte”) a la más reciente “sociedad de acogida” (tanto de los que vienen del “Norte”, como turistas “residentes”, como de los que proceden de un “Sur” aún más profundo que el propio “sur” andaluz). En segundo lugar, dicho proceso de transformaciones siendo valorado muy positivamente, parece presentar ciertos “nubarrones” en su horizonte de desarrollo asociado con ciertos interrogantes que, sin cuestionar los avances realizados, sí apuntan dudas sobre su solidez y sobre su orientación más estratégica, especialmente a la luz de los efectos que puede conllevar la actual “crisis” socioeconómica, de una crisis que ya por el 2005 apuntaba algunos primeros síntomas.
1.1.- La trasformación territorial: las grandes infraestructuras viarias.
Mapa elaborado en Córdoba (2005)
La construcción y desarrollo de la red de autovías y de autopistas, entre las que se nombran de forma preferente, la A-92, la autovía del Mediterráneo, la autovía de La Plata, la autopista de la Costa del Sol y la autovía Granada Jaén, parece haber tenido un efecto firme, y se puede pensar que irreversible, en la dirección de conseguir una representación del territorio andaluz como una comunidad mucho más integrada, como una comunidad autónoma más articulada y con unas distancias internas física, simbólica y psicológicamente mucho más reducidas que las que podían existir hace una década. Por otro lado, la importante incidencia de los fondos FEDER en esta transformación material del territorio andaluz sitúa pleno corazón de dicha transformación uno de los dilemas en los que todavía parece moverse una parte importante de la sociedad andaluza: los sentimientos ambivalentes de la integración en Europa, positivos por lo que conlleva de “modernidad”, más negativos por lo que puede significar de “dependencia” y de cierto déficit de confianza en la capacidad de sacar adelante a Andalucía por el propio esfuerzo de los andaluces. En todo caso, más allá de estas dudas, las mencionadas grandes obras de infraestructuras “públicas”, a las que habría que sumar el importante, aunque todavía insuficiente desarrollo de la red de ferrocarriles, estarían conllevando una intensa transformación en la representación del modelo territorial andaluz en los siguientes sentidos:
– Producción de un espacio regional más integrado en el que la gran dorsal de la A-92 juega un papel clave como eje articulador de la Andalucía Oriental con la Occidental como se representa, por ejemplo, en algunos de las mapas cognitivos realizados sobre la representación de Andalucía en el marco de las investigaciones cualitativas anteriormente mencionadas. La producción de este espacio más integrado no ha llegado todavía a alcanzar un nivel en el que Andalucía se represente como un espacio unitario. En las representaciones sociales dominantes, el territorio andaluz aparece como una especie de evolución de dos de las constantes de las representaciones más tradicionales:
– La importancia de las “localidades”, de los “pueblos”. Tradicionalmente el territorio andaluz se ha percibido como un espacio integrado de tres niveles básicos de localidades den función de su tamaño e importancia: los “pueblos” pequeños, las “agrociudades” medias y las capitales de provincia. En la actualidad, en las representaciones dominantes, este último nivel alcanza una importancia superior a la del pasado transformándose, además, en grandes áreas metropolitanas. En este sentido, manteniéndose el “localismo” andaluz, éste ha experimentado un importante cambio de escala hacia la metropolización que, probablemente, vaya a suponer a medio plazo una de las transformaciones más decisivas de la Andalucía contemporánea.
– La modificación de los ejes de crecimiento y de articulación del territorio. Frente a la división más tradicional de A. Occidental y Oriental con dos localidades a su cabeza respectiva; Sevilla y Granada, se proyecta una nueva división y eje de crecimiento “litoral- interior” con dos polos en torno a Sevilla y Málaga. Cambio en los ejes de la articulación del territorio andaluz y de sus principales ciudades que se ha expresado, por ejemplo, en que dos de las ciudades que tradicionalmente se asociaban con la Andalucía Oriental, en la actualidad se aproximen a la Occidental, tal como hemos tratado de representar en el mapa adjunto.
Mapas elaborados en Córdoba y Jaén que permiten constatar la simultaneidad de las diferentes representaciones sociales dominantes sobre este proceso de integración territorial y social de Andalucía.
– Este proceso de cambio en las representaciones sobre los cambios territoriales, también se expresa en el ritmo desigual con que se modifican las imágenes sobre Andalucía producidas desde las diferentes ciudades andaluzas. Mientras las imágenes construidas desde el Occidente/litoral tienden a subrayar algo más enfáticamente el proceso de cambios y de integración regional de Andalucía, en las ciudades de la Andalucía más oriental sigue predominando una representación del territorio andaluz en el que la fuerza de las localidades aisladas, en el seno de una cierta división Oriente- Occidente, sigue estando más vigente, como puede observarse en el siguiente mapa elaborado en una reunión de grupo en Jaén.
– Este proceso de cambio en las representaciones sobre los cambios territoriales, también se expresa en el ritmo desigual con que se modifican las imágenes sobre Andalucía producidas desde las diferentes ciudades andaluzas. Mientras las imágenes construidas desde el Occidente/litoral tienden a subrayar algo más enfáticamente el proceso de cambios y de integración regional de Andalucía, en las ciudades de la Andalucía más oriental sigue predominando una representación del territorio andaluz en el que la fuerza de las localidades aisladas, en el seno de una cierta división Oriente- Occidente, sigue estando más vigente, como puede observarse en el siguiente mapa elaborado en una reunión de grupo en Jaén.
1.2. – El cambio de modelo social y productivo: En las representaciones sociales más tradicionales sobre Andalucía que se mantienen todavía en gran parte vigentes fuera de la Comunidad Autónoma, la agricultura ha ocupado un lugar esencial. Agricultura que, además, estaba íntimamente asociada a lo que se podría denominar como formas de trabajo tradicionales y precapitalistas. La pervivencia de la imagen del “señorito andaluz”, la fuerte incidencia simbólica del movimiento jornalero se anclan en estas imágenes. En Andalucía y en el año 2005 dichas representaciones sobre el modelo productivo andaluz se habían modificado en profundidad como resultado de varios procesos parciales relativos a:
– la propia transformación de la agricultura;
– el desarrollo y la modificación del turismo;
– la construcción
– y la industria.
En las representaciones sociales dominantes elaboradas por las amplias clases medias andaluzas, la agricultura se encuentra en intenso proceso de cambio. Mientras siguen resonando las imágenes asociadas con la agricultura tradicional (de ahí el fuerte impacto de las recientes informaciones periodísticas de cómo las crisis estaba obligando a trabajadores de la construcción y de otros servicios a “volver” al campo, de jornaleros agrícolas), se señala que los sectores empresariales andaluces están apostando y defendiendo el desarrollo de una fuerte industria agroalimentaria en la base de algunas experiencias relevantes de desarrollo local (Lucena. Montalban, Antequera, Valle de los Pedroches…).. El turismo se percibe como uno de los principales motores de la transformación de le economía y de la sociedad andaluzas. Iniciado en la España de los años 60, en la llamada “década del desarrollismo”, en las representaciones sociales dominantes tiene una fecha de actualidad más reciente asociado con el paso del turismo de masas más vacacional, al turismo, igualmente de masas, de carácter más residencial. Cambio tendencial de modelo turístico que ha hecho de las inversiones en segunda vivienda en las zonas de la Costa, uno de los centros del auge inmobiliario en la última década. Junto con el turismo, el propio crecimiento de las ciudades andaluzas sería el segundo vector de desarrollo del sector de la construcción que con más fuerza se subraya en los discursos sociales. Crecimiento de las ciudades que es valorado de una forma aparentemente ambivalente: en la reciente memoria histórica de la sociedad andaluza parecería que un rasgo constitutivo de las ciudades es el crecimiento continuo de las mismas en el sentido de que una ciudad que no crece, es una ciudad que va a menos5.
Sin embargo y al mismo tiempo, de ahí el nacimiento de la mencionada ambivalencia, el crecimiento de las ciudades se percibiría como resultado de un fuerte impulso especulativo, en escasa consonancia con el desarrollo de las necesidades sociales reales y, por ello, escasamente sostenible y productivo. En este contexto, la gran ausente en las representaciones sociales sobre el cambio de modelo productivo en Andalucía sería la industria, no en su sentido más clásico de actividad “fabril”, sino en el sentido más contemporáneo de creación sostenible y sólida de riqueza. En este sentido, los desarrollos de las empresas andaluzas, por ejemplo, en terrenos de la aeronáutica, de las energías renovables o en otros ámbitos, todavía no han pasado a ser parte constitutiva de las imágenes sociales dominantes sobre el desarrollo andaluz. Conjunto de representaciones sociales sobre el cambio en el modelo productivo de Andalucía que hemos tratado de representar en el siguiente mapa en el que en rojo hemos tratado de sintetizar el eje dominante de las transformaciones en Andalucía en el marco de los discursos sociales dominantes a este respecto:
Ausencia de un espacio central más vacío que se traduce en dos cuestiones decisivas desde el punto de vista social: – La sensación de un proceso de cambio social, más que territorial, todavía frágil, todavía no asentado de forma sólida. – El impulso de una transformación de las identidades sociales de los andaluces que apunta la existencia de fuertes rasgos de debilidad y de vulnerabilidad en la construcción de las “nuevas” y más “emergentes” identidades sociales vinculadas a dichos procesos de cambios políticos (la autonomía), territoriales (una Andalucía más integrada) y productivos (una Andalucía más terciarizada y menos agrícola).
Mapa elaborado en Cádiz (2007)
En efecto, estrechamente asociado con las imágenes más tradicionales sobre Andalucía (retraso 6, peso de la agricultura, …), la identidad tradicional andaluza poseía unos intensos rasgos de marcado carácter social. A diferencia de las identidades nacionales de otros países y de otras comunidades autónomas españolas en las que los perfiles identitarios se relacionan más estrechamente con otros rasgos más “simbólicos” como la lengua, como ciertos rasgos históricos y culturales, la identidad de los andaluces ha tenido tradicionalmente un fuerte componente social, de “pobreza”, en el seno de una sociedad escindida y dual con una minoría de “señoritos” y una importante y masiva presencia de las llamadas “clases trabajadoras” 7. De hecho, la importancia del trabajo y la cuestión social tiene todavía un peso decisivo en la configuración de dicha identidad, como puede observarse en el siguiente mapa elaborado en una reunión en Cádiz, ciudad castigada, como es bien sabido, por el paro y en la que la representación de Andalucía aparece estrechamente asociada con la doble problemática social de la cuestión de la vivienda y la del trabajo. En este contexto histórico y más a “largo plazo” y como resultado de todo el mencionado proceso de cambios políticos, económicos y territoriales de las dos últimas décadas, las “clases trabajadoras” andaluzas habían vivido de una forma muy positiva su progresiva transformación en las llamadas (en un sentido lato) “clases medias urbanas”, más enriquecidas que las trabajadoras, con el paralelo proceso de transformación en el imaginario social de Andalucía como una comunidad autónoma social con menos división social que en el pasado y con mayor grado de cohesión e integración social. Sin embargo, este proceso de transformación (siempre abierto pero representado socialmente como aún inacabado) era vivido en el 2005, es decir, antes del estallido de la actual crisis económica, como un proceso muy frágil y vulnerable en el sentido de que el conjunto de las mencionadas “clases medias urbanas”, si bien se veían “lejos” de las representaciones sociales tradicionales como “clases trabajadoras” más empobrecidas, también se veían lejos de haber asentado sus posiciones sociales prácticamente recién conseguidas. En este sentido, subrayaban como el movimiento de cambio y de modernización que tuvo su máximo hito en la Expo 92 (AVE, A-92…), parecía haber agostado su fuerza con lo que se ponía en peligro la solidez del propio basamento que había hecho posible el desarrollo andaluz más reciente y el conjunto de trasformaciones sociales asociadas. De esta forma, las mencionadas “clases medias urbanas” andaluzas se expresaban como unos sectores sociales que evidenciaban, todavía, una identificación muy precaria con el mencionado modelo de clases medias, proyectándose discursivamente como unas clases temerosas de perder para sí mismas y para la generación de su hijos, el estatus social prácticamente recién conquistado, como unas clases sociales muy frágiles y vulnerables que se mostraban incapaces de proyectar hacia el futuro, de visualizar hacia el futuro de Andalucía un por-venir, un horizonte de mejoras que consolidase el camino de transformaciones ya recorrido
8. 2. EL CAMBIO DE ESCALA DE LAS CIUDADES ANDALUZAS. El conjunto de trasformaciones anteriores tienen un soporte y, al mismo tiempo, una expresión determinante en el proceso de cambio de escala de las ciudades andaluzas. Si bien Andalucía constituye una comunidad con una de las redes de ciudades más antiguas de Europa9, dicha realidad no había trascendido en la génesis de una imagen “urbana” de la misma, por el contrario, la imagen dominante ya mencionada subrayaba su carácter eminentemente rural así como la importancia de los “pueblos” en la articulación interna de la comunidad10. La última década ha hecho pasar a primer plano la importancia de las ciudades y de los procesos de metropolización de las mismas mediante la constitución de grandes áreas urbanas multifuncionales, con creciente separación de los lugares de residencia, de trabajo y de servicios que tienden a superar los límites y perímetros de las ciudades como teóricos entes aislados. De este modo, se ha producido una intensa trasformación de modo que los diferentes niveles locales crecen en envergadura territorial y densidad demográfica: cada vez más los pueblos pasan a poder categorizarse como ciudades y las ciudades como aglomeraciones urbanas o áreas metropolitanas. Una cuestión importante y decisiva de este cambio urbano en relación con el anterior proceso de transformación territorial es cómo en este cambio de escala parece haberse producido una modificación de los principales actores que la sociedad percibe como motores de los cambios. Mientras en el nivel de Andalucía, lo público en sus distintas instancias (el propio nivel político de la Junta, las grandes inversiones en infraestructuras, el propio papel de Canal Sur, etc) parece haber jugado un papel central; en el caso de la expansión urbana y metropolitana y en el seno de las representaciones sociales dominantes parecerían haber sido las fuerzas del mercado, en muchos casos en sus variantes especulativas, las que habrían primado en su desarrollo.
En las imágenes sociales dominantes, el mercado habría marcado la evolución hacia un crecimiento más disperso, multifuncional y “metropolitano” mediante, por ejemplo, la fijación de unos precios en la vivienda que habrían obligado a los sectores más jóvenes y, en general, con menos recursos económicos a orientarse hacia unos espacios periféricos, a unos espacios semi-urbanizados y semiequipados en las afueras de las ciudades. Las ciudades andaluzas habrían experimentado un intenso proceso de expansión urbanística y de complejización funcional y organizativa que habría roto con la misma idea de ciudad “compacta”, que habría difuminado sus límites y hecho más borroso el espacio interurbano, haciendo pasar a un primer plano la problemática de las áreas metropolitanas y el conjunto de nuevas problemáticas de infraestructuras, de movilidad, de servicios, etc, asociadas a las mismas. Ahora bien, en el seno de unas culturas urbanas andaluzas que presentan un carácter muy intensamente “local” y que evidencian un enraizamiento muy profundo, dicho proceso de cambio de escala de las ciudades habría ido asociado con una singular vivencia y representación de dicha transformación por parte de los residentes en cada ciudad11.
Singularidad que estaría marcada por un fuerte desajuste entre la vivencia material y cotidiana de las áreas metropolitanas y las representaciones sociales dominantes a este respecto. Por un lado, cada vez más andaluces trabajan en un lugar, residen en otro relativamente lejano, hacen las compras en una gran superficie más o menos distante de su residencia, recorren una circunvalación, sufren los atascos de entrada y salida de las ciudades-centro del sistema. Por otro lado y al mismo tiempo, en las representaciones sociales sigue dominando la imagen de la ciudad central del área con lo que podríamos llamar su capacidad de irradiación simbólica e identitaria, muy superior habitualmente a la producida por otras localidades menos centrales del área. En este sentido, lo característico del momento actual en el proceso de desarrollo urbanístico andaluz en las grandes áreas metropolitanas es que el ciudadano observa cómo los cambios de escala poblacional, las funciones sociales y los agentes implicados tienden a vincularse cada vez más los unos con los otros, a fomentar más las relaciones entre ellos.
Pero, por otro lado, experimenta cómo esta amalgama se resiente de una escasa consistencia, de una sincronía o articulación muy débil, de unos relatos sociales muy deficitarios desde su capacidad de dar un cierto sentido a dicho cambio. Se produce así un salto y una fractura cualitativa en la unidad imaginaria que caracteriza a la ciudad pero que ya no es posible extender al conjunto del área metropolitana, por más que se intente, perdiéndose, de esta forma, el referente simbólico, en el sentido más amplio de la expresión, que proyectaba la imagen de unidad del territorio de vida, de residencia y de trabajo. El momento de transición actual, tal y como es vivido por los andaluces, pone en evidencia la fragmentación de la experiencia de la gran ciudad y especialmente de las áreas metropolitanas y, a partir de ella, de la coordinación entre las escalas, las funciones y los actores que impulsan los distintos procesos de crecimiento. De ahí que, quizás, en las ciudades y áreas metropolitanas andaluzas una vía de desarrollo sea la de construcción de unos relatos “aljamiados”, como señalábamos al principio de la ponencia, que den cuenta de la diversidad local, de la diferencia cultural, de la conflictividad social que se integran, sin perder su singularidad. De unos relatos “aljamiados” que, en lugar de denegar el conflicto y la tensión, la integren dentro de los mismos, como puede ocurrir, a mi juicio y en cierto modo, en la propia cultura local de Sevilla en la que el juego simbólico de la dualidad ocupa un papel central.
3. LA PERVIVENCIA Y EVOLUCIÓN DE LAS CULTURAS URBANAS LOCALES. En el proceso de cambios territoriales, sociales y urbanos que se producen en todas y cada una de las diferentes escalas espaciales que estamos considerando, coexisten dimensiones y planos que apuntan en una dirección del cambio y de la apertura, de la reconfiguración de las identidades sociales de los andaluces, con otros en los que se evidencia la fuerza de la estabilidad, del mantenimiento de las identidades sociales más tradicionales. En este sentido y desde este punto de vista, en la escala de los cambios urbanos, en la ciudad, una de las dimensiones que más modulan el cambio, ya sea para acelerarlo, ya sea para retrasarlo, son las respectivas culturas urbanas de cada una de las ciudades andaluzas, culturas muy singulares de cada una de ellas, culturas muy vivas y, al mismo tiempo, muy enraizadas que, hasta cierto punto, se convierten en un importante “actor”, si se me permite la expresión, del cambio. Las polémicas de Sevilla en tono a la llamada Torre Pelli y en Granada en torno al restaurante el Rey Chico que se quería hacer en la ladera de la Alhambra ilustran claramente esta fuerza. Por ello, creo que es de interés realizar una breve aproximación a algunos de los rasgos de dichas culturas en tres de las ciudades andaluzas en las que he podido realizar una investigación más en intensidad sobre esta problemática. Rasgos diferenciales de las culturas urbanas de cada ciudad que, desde otra perspectiva, evidencia la riqueza y multiplicidad de “culturas” que coexisten bajo el mismo paraguas de “cultura andaluza”.
3.1. Algunas dimensiones presentes en las culturas urbanas andaluzas. De nuevo, y en primer lugar, hay que subrayar las tensiones que entre lo “global” y lo “local” se producen también en este terreno de las culturas urbanas “locales”. Por ejemplo, no hay que olvidar que los imaginarios sociales promovidos por el conjunto de industrias culturales tienden a promover ciertas tendencias sociales trasversales y a homogeneizar formas de vida y gustos sociales en prácticamente todos los ámbitos de la vida social. Por ejemplo, en la última década ha pasado a primer plano de la vida de muchas ciudades la cuestión del miedo y la inseguridad ciudadana que se ha traducido, en muchas ciudades, en la búsqueda y desarrollo de espacios protegidos, desde las comunidades y urbanizaciones cerradas y con vigilancia de las afueras de las ciudades, a las construcciones residenciales en manzana cerrada y con ciertos equipamientos en su interior para que los niños y niñas puedan jugar en seguridad, a otras muchas dimensiones de la organización de los espacios urbanos y domésticos (cierre de parques y jardines en determinados horarios, proliferación de la videovigilancia,…), etc. Ahora bien, no es menos cierto que, en este contexto más global, la propia morfología e historia de las ciudades, muchas veces inscrita en la propia piel urbana, la propia estructura social y productiva de las ciudades ayudan a configurar unas culturas urbanas relativamente específicas que promueven en el conjunto de los actores sociales residentes en cada localidad unos determinados gustos estéticos, urbanos y arquitectónicos, unas formas de vida relativamente específicas y unos modos diferenciales de usar y apropiarse del espacio por parte de unos y otros grupos sociales presentes. Rossana Reguillo, (1996)12, siguiendo una propuesta inicial de M. Castells, define la cultura urbana como el “conjunto de esquemas de percepción, valoración y acción de actores históricamente situados en un contexto específico, sujeto a un marco de regulación y ordenamiento” de modo que la mencionada cultura urbana aparece, desde esta perspectiva, como una “mediación entre las condiciones objetivas del entorno y la subjetividad de los actores en un proceso co-constitutivo”. En esta dirección, en el conjunto de investigaciones realizadas en las ciudades andaluzas, hemos podido observar cómo en las culturas urbanas de las distintas localidades inciden las características y los rasgos procedentes de la elaboración social y cultural que se realiza de elementos tan dispares como:
– La naturaleza que subyace o que rodea la ciudad. (Por ejemplo, el nivel del agua del río Guadalquivir en Sevilla ha sido determinante en el desarrollo de la ciudad; la existencia de la Vega y su juego con la montaña de La Alambra lo ha hecho en Granada; las marismas en Huelva;…)
– Los modelos productivos vigentes y dominantes en cada ciudad (el Polo Químico de Huelva; la Universidad y las delegaciones de las administraciones en Granada; la residencia de la capitalidad de la Junta de Andalucía en Sevilla…).
– Los momentos históricos en los que la ciudad más se ha desarrollado, más hitos ha dejado, más transformaciones ha experimentado (Por ejemplo, las empresas inglesas en Huelva; la exposición del 1929 y del 1992 en Sevilla; la Gran Vía y el fin de siglo XIX en Granada..)
– La morfología urbana y arquitectónica muy marcadas, en el caso andaluz, por las tradiciones árabes y de las diferentes formas con que se abordó la transformación urbana de dicha arquitectura. – Los hitos y referentes más relevantes de cada ciudad.
– Las formas de nombrar las calles y la memoria viva de las ciudades que se expresa en sus monumentos.
– Las fiestas, los rituales y las tradiciones locales entre las que las Fiestas de Semana Santa, de los patrones de la localidad y las Ferias ocupan un lugar decisivo en muchas ciudades andaluzas.
– La presencia y la fuerza de unos u otros actores sociales en cada ciudad: movimientos asociativos, empresariales, culturales,..
– Los elementos del imaginario social que han desarrollado en cada ciudad las literaturas “locales”: la más poética de Granada; la más antropológica de Sevilla; la más “oral” de Huelva. – La acción de los medios de comunicación (tv, radio, prensa…).
– La actividad de los promotores e inmobiliarias y las intervenciones que realizan, los discursos publicitarios entre ellas, para poner en valor (o en dejar de valorar) unas determinadas zonas de la ciudad, unos determinados estilos constructivos. – Etc, etc,
Todo este conjunto de rasgos acaba por precipitar y constituir una “cultura urbana” que se traduce en cada ciudad en unas formas de vida predominantes, de ocupación del espacio público y privado, en el desarrollo de una cierta mirada “local” que percibe lo que unos ojos ajenos no ven, que valoriza la ciudad y sus elementos de formas muy diferentes en función del sistema de valores y del tipo de “mirada” que históricamente ha acentuado cada cultura urbana a lo largo de su historia. Uno de los rasgos más característicos de las culturas urbanas es su pervivencia y, al mismo tiempo, su capacidad de adaptación a los cambios urbanos, integrándolos en su matriz simbólica. Capacidad de pervivencia y de adaptación más o menos flexible al cambio urbano (en función de las características de cada cultura) que se sostiene sobre un conjunto de planos de muy diversa índole y significado pero de cuya articulación más o menos completa y exitosa depende, en gran medida, su supervivencia. Al menos en mi experiencia de investigación, la articulación de dicho conjunto de planos constitutivos de la cultura urbana es muy fuerte en Granada (de ahí el mayor cierre social de la cultura social de esta ciudad) y mucho más débil en Huelva (de ahí la mayor apertura al cambio de esta cultura), ocupando la cultura urbana sevillana una situación más intermedia a este respecto. Uno de los casos más extremos que he encontrado en las ciudades andaluzas de cómo cada cultura urbana local “educa” la mirada de sus vecinos de una forma muy singular, lo puede suministrar un ejemplo extraído de la investigación en Granada. Presentada una foto de la ciudad fechada hacia finales del siglo XIX, momento en el que la Gran Vía granadina no estaba todavía construida, la práctica totalidad de los entrevistados fechaba dicha imagen en los años anteriores al momento de la investigación. O dicho de otra forma, existen, a veces, formas de culturas urbanas en las que se produce lo que podríamos denominar una ciudad imaginada, una ciudad mítica, que se impone sobre los cambios reales que se producen a lo largo de la historia de la ciudad. Cambios que se van sucediendo en la realidad social y material de las ciudades sin que la mencionada articulación mítica del imaginario local no sólo los vaya integrando sino que, a veces, ni siquiera posibilite percibirlos (ej, la destrucción progresiva de La Vega de Granada por la ampliación de la ciudad en dicho espacio). Pues bien, el conjunto de investigaciones mencionadas nos ha permitido observar la existencia de un amplio sistema de diferencias entre las respectivas “culturas urbanas” más locales de Huelva, Granada y Sevilla, Sistema en el que vamos a seleccionar y comentar algunos de sus rasgos más específicos, para subrayar la importancia que tiene a la hora de investigar las formas de habitar, las aproximaciones más micro que pueden ayudar a emerger y visualizar la complejidad de cada localidad y de sus respectivas culturas urbanas en lo que se refiere a la vivencia del conjunto de espacios urbanos: los públicos, los privados y los intermedios.
3.2.- Las formas de articulación de la naturaleza y la sociedad en tres ciudades andaluzas. En el siguiente cuadro he tratado de sintetizar como en cada una de las ciudades mencionadas y en cada uno de los momentos históricos en que se realizó la investigación, las respectivas culturas urbanas producían unas formas muy diferentes de articulación de ambos planos (recordemos que Lévi-Strauss13 decía que la ciudad “es a la vez objeto de naturaleza y sujeto de cultura; es individuo y grupo, es vivida e imaginada: la cosa humana por excelencia”) y como el resultado de dicha diferente articulación era una determinada y singular forma cultural propia de cada localidad que se traducía en muchos planos de aproximación a la ciudad respectiva, entre otro la dimensión expresiva de cada ciudad a la que se le concede más importancia y relevancia.
DIFERENTES PLANOS DE EXPRESIÓN DE LA NATURALEZA Y LA CULTURA EN LAS CULTURAS URBANAS DE HUELVA, GRANADA Y SEVILLA
En este contexto y en el seno de las transformaciones de las ciudades hacia las áreas metropolitanas hemos recogido un ejemplo de la modificación y evolución de las representaciones sociales sobre las zonas verdes en dichos ámbitos en Sevilla, a la luz de la mencionada investigación del 2001.
EVOLUCIÓN DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES SEVILLANAS SOBRE EL RIO Y LAS ZONAS VERDES
3. 3.- Las representaciones sociales sobre la ciudad. Los mapas cognitivos. Además de los relatos orales y de los discursos sociales que en una investigación cualitativa se producen sobre una ciudad, la práctica de la elaboración de “mapas cognitivos” por parte de los interlocutores de la investigación ayuda, en gran manera, a analizar y a comprender qué “cartografía mental”, qué sistema de representaciones sociales, qué “imaginario” se elabora en cada ciudad sobre la aparente “materialidad” de la misma. De forma significativa y consistente con la existencia de las mencionadas “culturas urbanas” más singulares de cada ciudad, los interlocutores de las investigaciones realizadas han desarrollado unos mapas cognitivos (tanto en el propio proceso de su dibujo, como en el resultado más final del mismo) muy diferenciales que apuntan, más allá de su sencillez (hay que tener en cuenta que los mapas eran sólo abordados como “pretexto” para el desarrollo de la investigación y que los recursos para dibujar eran, a veces, muy rudimentarios), a unas formas muy diferentes de imaginarse, de ver y de mirar a la propia ciudad en la que se reside. En este sentido, en las tres ciudades en las que hemos podido investigar más a fondo, Huelva, Granada y Sevilla, los mapas cognitivos urbanos se configuran de forma muy diferente tanto en sus centros articuladores, como en la narratividad de los mismos:
– En Huelva, en consonancia con la idea dominante en 1993 de ciudad “sin centro”, lo que articulaba la imagen de la ciudad en dicho año eran las carreteras, la “carretera” que une Huelva con Sevilla en el mapa seleccionado y, tal como puede observarse en dicho mapa, la narratividad “verbal” expresa del mapa es mínima.
– En Granada, el centro era y sigue siendo la Alhambra y es la ciudad en la que la narratividad “verbal” de los mapas cognitivos es superior, de hecho en Granada los mapas se nombran más que se pintan.
– Por último en Sevilla el río Guadalquivir es el centro cognitivo recuperado tras la Expo del 1992, expresando los mapas una narratividad concentrada en los grandes nombres emblemáticos del centro histórico, ya sean los barrios en el mapa seleccionado, ya sea los hitos en otros de los mapas realizados (La Giralda, la Torre del oro…).
La elaboración de los mapas cognitivos14 en las investigaciones también permitió subrayar y, en algún caso, desvelar unos rasgos singulares de las culturas urbanas de cada ciudad en relación a las representaciones sobre el espacio privado, el espacio del trabajo y los espacios públicos.
– En Huelva, más allá del mapa mínimo utilizado anteriormente, los mapas cognitivos trataban de recoger la relación entre el espacio privado (el hogar) y el espacio del trabajo (el polo químico) obviando, como si no existieran, los espacios públicos intermedios y más emblemáticos.
– En Granada, los mapas dibujaban los espacios privados y los centros imaginarios de la ciudad (Alambra) olvidando, como si no existieran los espacios del trabajo.
– En Sevilla, se tendía a representar el centro histórico y los espacios públicos olvidándose, de forma significativa, la representación del espacio del trabajo y, sobre todo, del espacio privado, del propio lugar de residencia. 3.3.1.- La dimensión centro periferia. Las representaciones sobre las ciudades suelen articularse sobre algunas dimensiones que imaginariamente designan situaciones muy presentes y dinámicas muy relevantes en el territorio. Dichas dimensiones suelen responder a unas ciertas concepciones más generales de cada cultura, que también se traducen en la producción de las ciudades (por ejemplo, las ciudades más lineales y en cruz de las culturas cristianas, frente a las ciudades más circulares y laberínticas de las culturas islámicas) y, a su vez, refuerzan o modifican dichas culturas más globales en función de su grafía sobre el territorio. En el caso de las ciudades andaluzas y en el seno de ese proceso aljamiado que mencionábamos al principio de importante matriz árabe, la cristiandad y, posteriormente la modernidad, introdujo un cierto desarrollo más lineal que en las representaciones actuales se traduce en una dimensión “centro-periferia” muy característica de cada ciudad. La habitualmente larga historia de las ciudades andaluzas se suele evidenciar, entre otras expresiones, en la existencia de amplios centros históricos que suelen convertirse en hitos y referencias de las mencionadas representaciones urbanas. Polo central y referencial, de carácter material y físico, encardinado en muchos casos en los espacios realmente centrales de las ciudades, pero, sobre todo, de importante carácter simbólico, que se suele oponer a unas zonas más periféricas. Ahora bien, al igual que ocurre con el resto de las dimensiones que estamos apuntando, el hecho de compartir esta dimensión centro-periferia como eje articulador y descriptor de las ciudades, no se traduce en que en las tres ciudades que estamos considerando se signifique, se materialice dicho eje de la misma forma. Por el contrario, en Huelva, Granada y Sevilla la dimensión centro periferia se expresa de forma muy diferente, como hemos tratado de recoger en el siguiente mapa cognitivo de Sevilla…
Y de sintetizar en el siguiente gráfico con las caracterizaciones dominantes sobre las relaciones centroperiferia en los tres diferentes momentos en los que se realizó la investigación en dichas localidades:
Las mencionadas dimensiones “centro-periferia” no dejan de modificarse y transformarse con el desarrollo urbano. Por ejemplo, Huelva desde el 1993 ha implementado un desarrollo urbano que ha “construido” el centro imaginario cuya ausencia era destacada en 1993, al mismo tiempo que ha tendido puentes con la “naturaleza” que la rodea ayudando a superar la escisión anteriormente mencionada. En este proceso de transformaciones urbanas, los agentes promotores e inmobiliarios cuentan con una gran fuerza: no sólo transforman el territorio bajo el impulso de la fuerza del mercado, con todo lo que ello conlleva de crecimiento muchas veces desordenado y especulativo, carente de fuertes articulaciones que ayuden a “crear” ciudad, también inciden directamente en la modificación de los imaginarios sociales sobre las ciudades a través, entre otros factores, de los discursos publicitarios centrados expresivamente en la “promoción y venta de las viviendas” pero portadores de un discurso más amplio sobre la ciudad. Por ejemplo, en el año 2000 en el que realizamos la investigación mencionada en Sevilla, el discurso publicitario representaba y segmentaba el anterior eje centroperiferia de la forma siguiente:
Y como muestra de la valoración de cómo se representaban en duchos discursos algunas de las zonas más emblemáticas del centro sevillano, no puedo evitar recoger el anuncio de una promoción de pisos en Triana representado en la imagen superior.
4.- LOS RELATOS SOBRE LAS CIUDADES. Las ciudades no sólo son una morfología, un espacio más o menos, mejor o peor construido, también son vivencias, son política y conflictos sociales y urbanos, son literatura y filosofía, son formas de vivir que se acaban expresando, por ejemplo, en ciertos estereotipos sobre el “carácter” de sus habitantes o en muchas otras facetas de la vida urbana.
En este terreno, de nuevo, las tres ciudades no dejan de diferenciarse. Las formas de contar la ciudad evidenciada en las investigaciones realizadas han sido muy distinta.
– En Huelva tiene una gran presencia el “relato oral” de los onubenses sobre la historia mítica de la ciudad. En 1993, no se trataba tanto de hablar sobre la ciudad real y materialmente existente, sino de rememorar su historia mientras se pasea por la naturaleza (playas y sierra) que rodea la ciudad.
– En Granada, pareciera que la ciudad hablase por sí misma, sin necesidad de que ningún granadino la presente, hable o cuente por ella. El granadino suele ejercer más de guía que te dirige hacia ciertos lugares, hacia ciertos puntos de vista desde los que se puede contemplar la ciudad mítica (la Alhambra, la Vega, …), sin que prácticamente te sugiera algún relato que vaya aparentemente más allá de lo que se ve.
– En Sevilla, parecería que cada sevillano tiene una especie de plano mental de una ciudad secreta muy personal que desvela y descubre a sus (verdaderos) amigos y no a todo el mundo. Ciudad que por su orografía plana no puede verse desde fuera, como Granada, sino sólo desde dentro, desde su interior, en los relatos de los sevillanos emerge como una especie de ciudad iniciática y para iniciados, como una ciudad secreta que oculta sus tesoros al “extranjero”, ciudad hecha de esquinas, de tabernas, de pequeños rincones, de micro espacios públicos, muchas veces marcados por los hitos y ritos de las procesiones y pasos de la Semana Santa, en los que se teje la leyenda sevillana que te hace descubrir el sevillano en su deambular por “su” ciudad.
5. LAS DIFERENTES FORMAS DE VIDA URBANAS.
5.1.- Las tensiones internas propias de cada cultura urbana. Las culturas urbanas de Huelva, Granada y Sevilla que en el epígrafe anterior se consideraban como unas totalidades más o menos uniformes que permiten distinguir, como tales, las culturas de unas ciudades de las de otras, no constituyen, sin embargo, un todo uniforme y atemporal, por muy naturalizadas que estén en las respectivas ciudades las “culturas urbanas”, éstas están atravesadas por diferencias, son objeto de luchas simbólicas, ideológicas, políticas entre unos y otros sectores sociales que pugnan por escribir, desde su perspectiva social más particular, la historia, la cultura de una cierta ciudad. Tensiones internas de cada cultura urbana que se relacionan, desde luego, con la estructura económica y social de cada ciudad, guarda una estrecha relación con la distribución de los poderes políticos locales, con los movimientos sociales y asociativos de cada ciudad, con la presencia y el quehacer, con el conjunto de prácticas urbanas de unos y otros actores sociales, pero que no se reduce a ello. El mencionado conjunto de tensiones y conflictos en el seno de una cultura urbana hace también del propio plano más simbólico y constitutivo en el que se expresa dicha cultura, un campo de lucha y de conflictos Por ejemplo, las dimensiones más constitutivas de la cultura urbana de Huelva tienen unos componentes más “industriales”, por el peso de las minas, del polo químico, de las clases trabajadoras y empresariales vinculadas a estas actividades muy diferentes, por ejemplo, a la cultura más “patrimonialista” y contenida de Granada, más vinculada a las clases medias más patrimonialistas y funcionariales, o a la cultura más “barroca” y ostentosa de Sevilla. Ciudad, esta última, en la que se el posicionarse a favor o en contra de los ritos y fiestas vinculadas a estas formas de cultura barroca (y a otras tradiciones locales, como los mismos equipos de futbol) constituye uno de sus principales rasgos de su identidad. En este contexto más polémico y dinámico de cada cultura urbana, unos y otros sectores sociales presentes en las ciudades, unos y otros actores locales15 se reapropian de las mismas, las reescriben, las aceptan, las cambian o las combaten, más directamente. En el seno de esta gran complejidad, vamos a señalar únicamente un par de perspectivas diferentes de formas de vida y de desarrollo de ciertas identidades sociales en Andalucía, la asociada a la inmigración y la vinculada con una cierta dimensión social de las clases medias,16 con la pretensión de subrayar la necesidad de realizar análisis y reflexiones más micro, como apuntábamos anteriormente, que sepan dar cuenta de la dinamicidad histórica de las ciudades, de sus identidades y de sus culturas, del proceso de cambio que las atraviesan a la hora de reflexionar sobre el porvenir de las formas de habitar en esta comunidad autónoma.
Reflexión que muy brevemente vamos a situar en relación con tres escalas en el abordaje del espacio: – La escala del espacio público. – La del espacio privado. – La de los espacios intermedios.
6. LAS TENSIONES EN TORNO A LAS FORMAS DE USO DEL TERRITORIO, DEL ESPACIO PÚBLICO.
6.1. La presencia de la inmigración. En primer lugar, vamos a apuntar a un fenómeno no mencionado hasta el momento y que se relaciona estrechamente con uno de los títulos de la convocatoria del seminario relacionados con las “formas de habitar”, nos referimos a la inmigración. Hasta fechas muy recientes Andalucía ha sido uno de las principales fuentes de emigración en España17. Desde hace una década escasa, Andalucía, al igual que otras zonas de España, se ha convertido en sociedad de acogida de emigrantes. Procesos migratorios que en el caso de Andalucía presenta una mayor complejidad relativa que en otras comunidades autónomas en la medida en que bajo dicho nombre-fenómeno genérico se esconden situaciones muy diferentes: los extranjeros (más acomodados) que fijan su residencia una gran parte del año en la Costa del Sol, por ejemplo; los inmigrantes, en gran parte subsaharianos y marroquíes, más o menos estables de la zona del poniente almeriense; el trabajo más ocasional de marroquíes o de los expaíses del este de la zona de Huelva; el trabajo más estable aunque irregular de sudamericanos vinculados a trabajos asociados con los servicios turísticos; la presencia de ciertos colectivos como los marroquíes en ciertos lugares emblemáticos como en el Albaycín de Granada (con su correspondiente mezquita), etc, etc.
Dichos diferentes colectivos de extranjeros presentan y desarrollan formas de vida, de ocupación de los espacios públicos, del interior de las viviendas muy diferente, en muchos casos, a los que se han ido desarrollados en Andalucía en estos últimos años. En algún caso, viven en espacios más cerrados (urbanizaciones) que reproducen, en cierto modo, los estilos de vida de sus países de origen; en otros, sus formas de estar en el espacio público recuerde lo que podía ocurrir en Andalucía hace unas décadas. Formas de vida y uso de los espacios públicos que, sin embargo, desde la mirada actual de los autóctonos se percibe como una mezcla de pobreza-atraso y de ocupación de un espacio, de una “acera” que teóricamente pertenecería a un autóctono, a un andaluz de “toda la vida”.
Estas presencias de nacionalidades, culturas y formas de vida diferentes van a constituir, sin duda alguna, parte de los cimientos con los que se va a construir la Andalucía del futuro. Sin embargo, en la actualidad, en muchos sectores de las mencionadas clases medias andaluzas, dicha presencia ha agudizado la sensación de fragilidad social de las mismas y está cuestionando su identidad social y “nacional” con mucha intensidad. Las clases medias urbanas andaluzas, social y culturalmente muy enraizadas, como es sabido y hemos subrayado anteriormente, experimentan como un intenso proceso de “usurpación territorial”, la presencia simultánea de estos dos tipos de poblaciones “extranjeras”: la de los turistas residentes y la de los inmigrantes económicos. Proceso de usurpación territorial que es vivido con especial intensidad en las zonas de la Costa del Sol en la que ambos proceso coexisten casi en el mismo espacio. Por un lado, un amplio sector de las clases medias y medias bajas de trabajadores andaluces se ven trabajando, de forma subordinada, en empresas de servicios en la que los turistas residentes constituyen casi el principal cliente. Dichos sectores consideran que se les cierran las puertas de determinadas zonas del territorio andaluz que se ven acotadas para el uso prioritario de este tipo de turistas y donde el uso del inglés o del alemán se convierte en un requisito de entrada. Por otro lado, estos mismos sectores sociales contemplan cómo, por “abajo”, los inmigrantes económicos ingresan en el mercado de trabajo en zonas crecientemente competitivas con estos mismos grupos sociales “autóctonos”. Grupos que contemplan, desde esta nueva perspectiva, la usurpación, la “invasión”, en expresión coloquial muy utilizada, del territorio por otro tipo de nuevos extranjeros. El resultado de la vivencia de ambas presencias es que un importante componente de estos grupos sociales, en ausencia de un proyecto, de un horizonte claro de mejora y de promoción social colectiva, como andaluces, e individual, como tales personas/familias, se autoperciben en una especie de “bocadillo” entre ambas corrientes de migraciones extranjeras, las más ricas de los turistas residentes, las más empobrecidas de los inmigrantes económicos, se sienten ubicados en una zona de máxima vulnerabilidad con las reacciones, de todo tipo, que ello conlleva. En este sentido, los diferentes usos del espacio público y la pugna por unos y otros usos del mismo, se convierten en el terreno simbólico y político en una de las principales fuentes de conflicto y de posible enriquecimiento social y simbólico de la actualidad y del futuro de Andalucía.
6.2.- La diversidad de estrategias y de trayectorias sociales y territoriales de las clases medias urbanas. En segundo lugar, vamos a hacer mención a otro tipo de comportamientos “micro” en el conjunto de ciudades y de áreas metropolitanas andaluzas acudiendo para su descripción a una diferencia ya clásica en sociología como es la existente entre las clases medias “patrimoniales”, que cuentan con pequeñas propiedades (comercios, empresas…) y las clases medias “asalariadas” (que trabajan para “otros”). Dicha diferencia es muy reductora de la complejidad de la problemática del conjunto de las “clases medias”, pero nos puede permitir apuntar de partida un primer rasgo diferenciador entre unos y otros sectores sociales y sus formas de vivir el espacio urbano. En efecto, sin entrar a las formas de vida y de ocupación del espacio del conjunto de sectores y clases sociales andaluzas y considerando únicamente ambos sectores de clases medias, ambos sectores viven de formas muy diferenciadas las ciudades y las áreas metropolitanas18. Por apuntar únicamente algunas cuestiones, conviene recordar que: – Las clases medias patrimoniales tienden más tendencia a residir en el interior de las ciudades, en las proximidades de sus centros históricos en los que un importante contingente de las mismas, tienen sus comercios. Las clases medias asalariadas, por el contrario, tienen tendencia vivir más en la periferia, en las nuevas urbanizaciones o residenciales que, como setas, pueblan las áreas metropolitanas, salvo el sector más “cultivado” de las mismas que tiene preferencia a vivir cerca de los centros urbanos, por razones bien distintas a las de los anteriores sectores patrimoniales. – Las clases medias patrimoniales suelen estar más enraizadas en cada localidad y tienden a considerarse depositarias de las identidades locales más tradicionales, las clases medias asalariadas tienden a expresar una identidad menos “local”, expresándose más abiertas a las formas de vida que pueden cuestionar las tradiciones aparentemente más enraizadas De este modo, el actual desarrollo de las áreas metropolitanas andaluzas, proceso determinante del sistema urbano andaluz, es vivido y representado de forma tendencialmente muy diferente por las amplias clases medias andaluzas situando, desde esta nueva perspectiva, los problemas de los territorios y de sus representaciones simbólicas como otro de los grandes ejes de futuro de Andalucía.
7. LAS DIVERSAS FORMAS DE USO DEL ESPACIO PRIVADO.
En estrecha relación con las diferentes formas de vivir unas y otras ciudades en el seno de unas culturas urbanas muy diferenciales entre unas y otras ciudades de Andalucía, la vivencia y la representación de los espacios de la vivienda-hogar en unas y otras ciudades andaluzas son también diferentes:
– Por ejemplo, en Huelva, la pieza básica de la casa es la llamada “salita” como espacio de vida de la familia y de convivencia con los amigos más próximos con los que se comparte el espacio íntimo del hogar (hogar vivido). – En Granada, la pieza básica es el “salón” como espacio de representación social del estatus familiar en el que más que vivir, se escenifica dicho estatus (casa representada).
– Por último, en Sevilla la pieza clave de las viviendas son los dormitorios individualizados de cada miembro de la casa, mientras que el “salón” de representación de la misma se desplaza simbólica mente a la casera de feria en la que se recibe a los amigos, que no se reciben en la propia casa a lo largo de todo el año (vivienda dormitorio). A su vez en el seno de este microsistema de diferencias locales, los diferentes sectores sociales viven y priorizan de forma diferencial los usos de la vivienda.
– Las clases medias altas prefieren una distribución de la casa con habitaciones más amplias aunque eso conlleve un menor número de piezas en la casa. – Las clases medias bajas prefieren, por el contrario, un mayor número de piezas aunque cada una de ellas sea de tamaño más reducido.
En estrecha relación con esta división, las formas de vida más funcionales, más desarrolladas por las clases medias altas asalariadas tienden a destacar la multifuncionalidad de los diferentes espacios de la vivienda, mientras que las formas de vida más tradicionales desarrolladas por las clases más “patrimoniales” tienden a subrayar el carácter y la función específica de cada pieza. Unos y otros sectores sociales más tradicionalistas y modernizantes también valoran de forma diferencial las relaciones que se pueden establecer entre el “interior” y el “exterior” del hogar. Los sectores cercanos a las formas de vida más tradicionales acentúan las diferencias entre el espacio del afuera, del exterior a la vivienda, “la calle”, del espacio interior más privado e intimo. De ahí que valoren positivamente el diseño de alguna pieza, la entrada del inmueble, un recibidor en la propia vivienda, por ejemplo, que permita controlar el posible flujo entre uno y otro espacio. Caso de no disponer de espacio en la vivienda para el recibidor, la diferencia dentro-fuera se puede desplazar al juego entre otras dos piezas, salón/cocina, por ejemplo, de forma que el salón este más abierto y en la cocina se filtre más la entrada. Un ejemplo muy claro de estas tendencias lo observamos en la investigación de Huelva realizada en 1993: mientras los sectores más tradicionales defendían la división en las viviendas entre un “salón” de representación, más que de uso, y una “salita” de uso, más que de representación, los sectores más modernizantes no veían ningún sentido a dicha diferenciación que, en la práctica del uso, reducía de manera drástica el uso de una parte de la vivienda. Los sectores más modernizantes prefieren espacios internos de las viviendas más homogéneos y con menos divisiones-especializaciones, espacios más multifuncionales que permitan una mayor pluralidad de usos. La preferencia por pieza que hagan de salón-comedor puede ejemplificar este sistema de preferencias. Desde estos puntos de vista, los sectores más tradicionalistas en el uso de las viviendas se muestran más contrarios a las zonas comunes dentro de los inmuebles, si estas zonas comunes conllevan compartir algo de la privacidad. Sin embargo, dichos sectores ven con buenos ojos la existencia de zonas comunes en los residenciales, por ejemplo, siempre que sea para compartir la vida social.
8.- LAS TENSIONES EN TORNO A LAS FORMAS DE USO DE LOS ESPACIOS INTERMEDIOS.
Entre el espacio público más abierto y el más estrictamente privado del interior del hogar, se sitúan un conjunto de espacios intermedios en los que se concentra una gran parte de la riqueza de la vida urbana y, también, una parte de sus tensiones y de su conflictividad. En las diversas investigaciones que en estos últimos años hemos podido realizar en las que esta problemática del habitar haya podido emerger, podríamos señalar que los diversos espacios intermedios existentes dentro de un inmueble, por ejemplo, o entre el inmueble y la calle se expresan como uno de los espacios más generadores de tensiones entre los vecinos, entre los residentes “colindantes” con dichos espacios.
1.- En la escala de los espacios interiores a los inmuebles: pasillos, escaleras, ascensores,….hemos podido observar como se producen dos líneas de tensiones diferenciales que apuntan al corazón de muchos de los problemas de convivencia y de una conflictividad social asociada a la misma:
– Tensiones derivadas del cuidado de los espacios comunes (luces, escaleras, ascensores…) y del pago de los gastos del inmueble. – Tensiones derivadas de las concepciones del cuidado, la higiene y la limpieza de las zonas comunes y de la propia casa en relación con lo que pueda repercutir en el “afuera”. Sin necesidad de extenderse mucho, cabe señalar que en relación a este otro tipo de problemática central en la convivencia en un inmueble se generan algunas de las líneas de segregación étnico-social más acentuadas:
· Tradicionalmente, una gran parte de las quejas sobre las políticas de integración de ciertos colectivos, los gitanos principalmente, se han centrado en lo que desde el discurso dominante al respecto se ha denominado “falta de educación y de civismo” por parte de estos colectivos que se traducía en un “mal uso” de las viviendas, en un deterioro de las zonas comunes y en un conflicto cotidiano sobre estas formas de entender la higiene y la limpieza.
· En la actualidad, una de las principales quejas apuntadas desde los discursos de los “autóctonos” que conviven con inmigrantes en los mismos inmuebles atañen, de nuevo, a estas problemáticas del cuidado, la higiene, la limpieza y, en general sobre las diferentes formas de uso del espacio privado de la vivienda y de los espacios comunes, de los espacios intermedios dentro del inmueble: ruidos por las músicas y el elevado (se dice) número de personas residiendo en las viviendas, olores de unas cocinas, de unas culturas gastronómicas diferentes a las andaluzas, diferentes formas de limpiar, de usar el “agua”, por ejemplo, se sitúan en el centro de las quejas que señalan y apuntan la presencia de una “alteridad”, de una “otredad” que se vive como peligro identitario, como invasión del propio espacio y como pérdida potencial de status/riqueza por el riesgo de desvalorización del precio de las viviendas en zonas con mucha presencia de los inmigrantes. 2. En los espacios “intermedios” entre las viviendas y el espacio de la calle (microjardines delante de los inmuebles, espacios vacíos entre los inmuebles y las acercas, …) se apuntan también otra serie de tendencias y de problemáticas que señalan, desde estos nuevos lugares, algunos otros centros de tensiones contemporáneas en lo que se refiere a las formas de habitar la vivienda y la ciudad.
Tradicionalmente, en muchos lugares de Andalucía ha sido una práctica común el cuidado y el embellecimiento de estos lugares intermedios por los vecinos residentes y colindantes con dichos espacios. No sólo dichos vecinos se han encargado de limpiar, de regar dichos espacios, de mantenerlos cuidados sino que, en bastantes ocasiones, la distribución de una plantas, de unas macetas, por ejemplo, ha servido para crear una cierta frontera, un cierto límite informal que posibilitaba una cierta apropiación colectiva, un cierto uso compartido de dichos espacios por parte del conjunto de vecinos de los alrededores de dicho espacio. En algunas ciudades, como la propia Sevilla, dichos cuidados de esos espacios intermedios, de dichos espacios semiprivados-semipúblicos se han generalizado a amplias zonas de los barrios. Por ejemplo, con motivo de que el Ayuntamiento de Sevilla no ha “recepcionado” todavía algunos de los barrios construidos en Sevilla en los años finales del franquismo, los vecinos de dichos barrios han cuidado de los mismos desarrollando una apropiación y cuidado comunitario de los espacios comunes de dichos barrios.
Pues bien, frente a estos usos de los mencionados espacios intermedios que primaban la vertiente y uso público de los mismos, los últimos años han visto desarrollarse la tendencia contraria hacia una intensa privatización de dichos espacios y hacia una práctica prohibición de los usos sociales de los mismos. Como resultado de las tendencias sociales más generales hacia una individualización de las relaciones sociales y espoleado por el creciente clima de inseguridad ciudades y de miedo creciente de muchos ciudadanos, en las últimas investigaciones realizadas, la de Sevilla del año 2000 ha sido emblemática en este sentido, hemos podido comprobar como se ha desarrollado una “privatización” de los espacios públicos marcado dicha apropiación, no con las macetas o los parterres de antaño sino con sistemas de cadenas (en calles, por ejemplo,) de enrejados acotando totalmente un espacio y, en los lugares de más estatus, con sistemas de video-vigilancia. De forma muy significativa con lo mencionado anteriormente sobre la importancia de la fuerza de ciertos actores en la construcción de los “imaginarios sociales” de una localidad, no deja de ser relevante cómo el quehacer de los promotores inmobiliarios y el discurso publicitario promovido por los mismos ha acompañado y reforzado esta tendencia al cierre paranoico por el miedo al supuesto clima de inseguridad ciudadana presente en las ciudades. En las mismas fechas señaladas anteriormente de la investigación en Sevilla, la principal oferta de viviendas en dicha localidad era en el seno de los llamados “residenciales” como espacio cerrado y protegido, seguro.
Oferta de residenciales que la publicidad se encargaba de adornar con múltiples ofertas de seguridad (más sofisticadas a medida que el residencial era más caro) promoviendo un imaginario social al respecto que hacía de los “residenciales” en esos años de los albores del siglo XXI una síntesis muy eficiente del doble afán de promoción social y de seguridad que atenazaba las clases medias urbanas. En este sentido, no deja de ser paradójico que mientras las clases medias andaluzas se refugiaban, de forma creciente, en sus hogares-vivienda-residenciales “refugio”, el espacio público abandonado por dichos sectores sociales era crecientemente ocupado por los nuevos andaluces, por las decenas de miles de inmigrantes que han accedido a Andalucía en esta última década. Procediendo en gran parte de sociedades en las que los espacios públicos tienen mucha presencia en la vida cotidiana y residiendo en viviendas con muy pocas condiciones de habitabilidad, dichos inmigrantes han llenado los espacios públicos andaluces de nuevos coloridos…, focalizando en dicha presencia el movimiento de miedo que conducía a dichas clases medias a “refugiarse” en sus casas y abandonando los usos más tradicionales de los espacios públicos.
9.- LA CONVIVENCIA EN UNA BARRIADA Por último y como ejemplo de cómo la complejidad social se concreta y, al mismo tiempo, se agudiza cuando nos acercamos a un barrio, a un territorio más micro, queremos hacer mención a una experiencia de convivencia en la zona de Almanjáyar en el distrito norte de Granada. Dicha zona está estigmatizada de forma similar, por ejemplo, a lo que puede ser Las Tres Mil Viviendas en Sevilla. La complejidad social de la zona es muy amplia y las líneas de fracturas y de tensiones por debajo de la apariencia de uniformidad que cualquier tipo de estigma desarrolla son muy diversas. Por ejemplo, en un documento diagnóstico elaborado por diversos técnicos, profesionales y asociaciones del área se enumeraba el siguiente listado de tensiones y conflictos sobre el territorio.
Dentro de este amplio conjunto de tensiones, en los discursos sociales de Granada y del Distrito Norte se reducían la complejidad y diversidad de dichas tensiones para condensar todas ellas en un teórico enfrentamiento y división entre “payos” y “gitanos”19. A mi juicio, sin embargo, dichas representaciones sociales dominantes que “etnifican” y sitúan en el plano de las “identidades sociales” (totales y cerradas) la complejidad de la diversidad social no se ajustan a la complejidad de la situación en dichas barriadas y, además, dichas representaciones se convierten en un freno para el cambio social en la medida que el “estigma” que generan sobre dichas zonas (El Puche en Almería, Las Tres Mil Viviendas en Sevilla, Palma Palmilla en Málaga…)20 dificulta su integración social y territorial en las ciudades respectivas. A tenor de las investigaciones realizadas en estos territorios cabe pensar, sin embargo, que una gran parte de las tensiones existentes a este respeto en Almanjáyar pueden ser explicadas no tanto por las tensiones genéricamente (étnicamente) asociadas a “payos” y “gitanos”, sino por las tensiones derivadas de:
– Los conflictos sociales existentes dentro de la sociedad granadina entre unos y otros sectores y clases sociales (en el sentido amplio de la expresión).
– Las tensiones derivadas de las “formas de presentación” en sociedad de las clases acomodadas granadinas, formas de presentación que se han erigido en la referencia simbólica dominante dentro de la cultura urbana de Granada, como la “forma de ser y de estar” de la cultura urbana de Granada.
– Las formas de uso y de apropiación del espacio urbano que de ellas se deriva, con las formas de vida y de uso del espacio urbano por parte de unos y otros sectores sociales, del resto de sectores sociales presentes en la ciudad. Por ejemplo, en la cultura urbana de Granada, hegemonizada tradicionalmente por las clases patrimoniales de la ciudad, se prescriben una serie de comportamientos:
– Exigencia de una forma de relación en público aparentemente distante, que prescribe una cierta distancia física entre los sujetos, una forma de mirar no concentrada en la otra persona. – Desarrollo de lo que algunos estudiosos del fenómeno de la “lengua granadina” denominan “código de hipercorrección lingüística” que prescribe, sobre todo en las mujeres de las buenas familias granadinas, un uso del lenguaje muy cuidado como mecanismo de expresión y de prestigio social de las familias representadas por dichas “mujeres”.
– Desarrollo de un “código de distancia formal” con las personas que no son de familia, con las personas que no son amigas íntimas que pasa por el mantenimiento de una clara distancia expresiva, por una cierta frialdad y por la no injerencia, desde ningún punto de vista, en la posible “privacidad” del otro, del no familiar, del no amigo íntimo. Con dichos códigos simbólicos, la cultura urbana de Granada marca y subraya una fuerte distancia social con el conjunto de formas de estar, de “presentación” en sociedad de los diferentes sectores sociales más subordinados, penalizando simbólicamente el conjunto de posibles “expresividades” sociales de carácter rural que pueden percibirse como más “pueblerinas”, como menos “educadas” que las formas prescritas por las convenciones dominantes en las clases acomodadas de la ciudad de Granada, las “gitanas” tan presentes tradicionalmente en la ciudad y las de las clases trabajadoras en general. De esta forma, lo que podríamos llamar las raíces de muchas de las tensiones y de conflictos en Almanjáyar (y probablemente en otras zonas de Andalucía de características similares), procederían de una doble línea de tensiones:
– Las existentes entre las clases y sectores sociales que promueven unas formas de vida expresivamente tradicionales vinculadas a la “vida rural” y las expresivamente más modernas asociadas con las formas de vida urbanas y con la aspiración a la promoción social asociadas a la misma.
– Las existentes entre las representaciones sociales dominantes acerca de lo que es la cultura gitana y la cultura paya (entendida en la forma en que lo hacen las clases acomodadas granadinas). Doble línea de tensiones que, interesa subrayarlo, tendrían algunos de sus más importantes planos de expresión en las respectivas formas de uso y apropiación diferencial del espacio, del territorio por parte de unos y otros sectores sociales. Doble línea de tensiones expresivamente dominantes existentes en Almanjáyar en lo que se refiere a las relaciones prioritariamente asignadas a payos y gitanos, y que en realidad van más allá de esta dimensión exclusivamente étnica, que podría ser representada mediante el siguiente gráfico.
Espacio de representación de las tensiones que permite subrayar que la citada y más estereotipada dimensión de la tensión “payos-gitanos” está indisolublemente asociada a la otra dimensión de la tensión y del conflicto social (entre sectores sociales y entre formas de entender la promoción social) en la zona, de una dimensión que tiene mucha fuerza a la hora de explicar las dinámicas sociales y los procesos de movilidad residencial existentes en la zona. Espacio de representación social, estructuralmente equivalente con este otro en el que hemos tratado de visualizar algunas de las tensiones más expresivas evidenciadas en los discursos sociales dominantes en Granada acerca de los gitanos y de Almanjáyar en general. Nuevo mapa en el que se trata de subrayar las “fronteras” antropológicas, las distinciones establecidas en dichos discursos acerca de las diferencias (teóricas) entre los granadinos (payos), asumiendo el discurso dominante que Granada es “paya”, y los gitanos (que residen en Granada), subrayando dicho discurso que los “gitanos” no serían tan “genuinamente” granadinos como los “payos”.
En este contexto, cabe suponer, como hipótesis bastante verosímil, que una gran parte de las formas expresivas que se achacan al actual colectivo de gitanos residentes en Almanjáyar ( y a sectores de trabajadores payos residentes en el área) se hayan construido en su relación con la sociedad paya granadina. Es decir, que lo que se percibe y caracteriza como “cultura gitana” o “formas de vida” gitanas quizás no sean tan “gitanas-étnicas-puras”, como se dice, sino que sean más bien el resultado de la asimétrica relación social y política mantenida entre los gitanos, y otros residentes “pobres” de Almanjáyar, con la sociedad y la cultura urbana granadina de forma que lo que se achaca, de forma culpabilizadora, a los gitanos sea más bien el producto de unas reacciones socio-culturales que hayan tenido como consecuencia el desarrollo de unas formas culturales híbridas, “aljamiadas” y reactivas ante la dominación social de las (clases patrimoniales de la) sociedad paya. Formas culturales de tipo reactivo en las que se exacerban, precisamente, por el lugar subordinado y perdedor de los gitanos en el seno de dicha relación, aquellos rasgos más penalizados por el mencionado código dominante, tal como hemos tratado de sintetizar en el cuadro adjunto.
Experiencia de convivencia y de representación social de la misma por parte de los discursos sociales dominantes entre las clases medias patrimonialistas de Granada, más allá de su asunción mayoritaria por los granadinos, dada la hegemonía de este discurso y de la forma de concebir la ciudad, que puede darnos una pista de cómo se puede elaborar en el futuro la presencia y la convivencia con los extranjeros inmigrantes en las ciudades andaluzas, caso de no elaborar otros discursos, otros relatos que contemplen la convivencia y la ciudad no como un espacio de identidades sociales cerradas que se enfrentan, sino como un espacio libre de encuentro donde las nuevas sociabilidades y formas de convivencia se afirman.
CONCLUSIONES En resumen, cabe pensar que el por-venir, siempre abierto a su escritura por parte de unos y otros actores sociales, de las formas de habitar en Andalucía puede estar condicionado de forma decisiva por las siguientes cuestiones:
– El modelo de salida a la crisis actual. Como señala el chiste de El Roto sobre el “vigía”, hasta ahora la rentabilidad asociada al “ladrillo” impedía mirar hacia adelante. En la actualidad, pasar a primar las personas, las necesidades sociales y urbanas, podría ser la mejor forma de dar salida a esta crisis desde el estricto terreno urbano y de las políticas de vivienda. En este contexto, las diferentes leyes aprobadas por el parlamento andaluz y, especialmente, el proyecto de ley sobre el derecho a la vivienda pueden ser una oportunidad de oro para introducir la participación social en las formas de planeamiento urbano y en las políticas de vivienda. Cuestión clave para el futuro democrático y sostenible de las mismas.
– Una salida positiva de la crisis actual conlleva necesariamente desarrollar unas formas de vida y unos modelos de consumo más austeros y responsables que, en el terreno urbano y de la vivienda, exige la promoción de alternativas igualmente más austeras y menos despilfarradoras, por un lado, y una potenciación de los usos y de los equipamientos colectivos, por otro. – La vivencia de las trasformaciones de las principales ciudades andaluzas y las localidades de su entorno en grandes áreas metropolitanas. Es decir, el cómo se articule este intenso cambio de escala y de formas de vida y movilidad (cercanías, metro…) con las identidades urbanas tradicionales va a configurar otro de las grandes escenarios de la post-crisis y de las nuevas identidades sociales de los andaluces. – La trasformación del territorio y del sistema de ciudades en Andalucía va a requerir del impulso de nuevas formas de relato y de construcción de los imaginarios sociales sobre las ciudades y sobre la misma Andalucía. Nuevos relatos “aljamiados” que van a tener que ser realizados y que, en paralelo, van a tener que incorporar una pluralidad de actores sociales, superior a la de los relatos construidos en el pasado. – La gestión del fenómeno de la inmigración. Las formas de convivencia que se desarrollen entre andaluces “autóctonos” y “extranjeros” (en su doble acepción de turistas y de inmigrantes, en el decir social) y los modos de resolución de los conflictos que se desarrollen en su inscripción en las diferentes escalas espaciales y territoriales (el espacio público, privado e intermedio de las ciudades) va a ser otra de las dimensiones esenciales para el futuro. En este sentido, una cuestión clave es el evitar a toda costa la constitución de guetos por nacionalidades. – La adaptación de las ciudades a la diversidad de formas de vida y de usos del espacio que de forma creciente se van a desarrollar, y de las viviendas a la pluralidad de distintos núcleos de convivencia va a ser otro de los retos a resolver y a dar una respuesta positiva en el futuro más inmediato. – Por último, el reconocimiento del derecho a la vivienda, como derecho subjetivo, puede ser una de las piedras de toque más importantes para el desarrollo urbano y para la resolución de la “cuestión social” de la vivienda en Andalucía.
http://etsa.us.es/obiter/index.php?option=com_seyret&task=videodirectlink&id=138&Itemid=2
[ NOTAS ]
1 Conde F. (1993). “La vivienda en Huelva. Culturas e identidades Urbanas” Fundación El Monte. EPSA. Junta de Andalucía.
2 Conde F. (1999). “Urbanismo y Ciudad en la aglomeración urbana de Granada. Cultura e Identidades Urbanas”. EPSA. Junta de Andalucía.
3 Conde F. (2007). “Metropolización, territorio y vivienda en Andalucía. Cultura e Identidades Urbanas”. EPSA. Junta de Andalucía.
4 Sánchez Perez F. (1990). “La liturgia del espacio”. Ed. Nerea. Madrid.
5 De ahí la dificultad de “comprender” un modelo de desarrollo, de progreso que parezca que no “crece”. Quizás sea más adecuado hablar de “progreso
sostenible” que de “desarrollo sostenible”.
6 De ahí la fuerza de la evocación de la llamada “deuda histórica” que la Junta de Andalucía ha estado negociando estos años con los diferentes gobiernos
centrales. De ahí, también, cierto complejo de inferioridad tradicional de los andaluces frente a otras zonas de España, el complejo por lo que
se supone que es “hablar mal el castellano”, etc.
7 Otra de las cuestiones que ha recorrido la historia andaluza, la “reforma agraria”, está incardinada en la importancia de estos perfiles sociales en la
problemática de la identidad andaluza.
8 Este proceso de las clases medias andaluzas es, también, una expresión local del movimiento similar que el conjunto de clases medias occidentales
han vivido en estos últimos años como resultado de la “glocalización” económica de estas dos últimas décadas.
9 El historiador A. Domínguez Ortiz, entre otros, ha subrayado mucho esta dimensión histórica de Andalucía y su sistema de ciudades.
10 Uno de los programas referenciales de Canal Sur durante muchos años ha sido “De pueblo en pueblo”. El cambio de “De pueblo el pueblo a andaluces
por el mundo” puede sintomatizar la evolución de una Andalucía ombliguista a una más abierta…
11 En Feria Toribio J.M.(2007). “La vivienda y el espacio residencial en las áreas metropolitanas” Centro de Estudios Andaluces. Consejería de Presidencia.
Junta de Andalucía, puede leerse una aproximación a esta problemática desde diferentes perspectivas con el hilo conductor de la movilidad
residencial.
12 R. Reguillo Cruz (1996). “La construcción simbólica de la ciudad. Sociedad, desastre y comunicación”. ITESO. Universidad Iberoamericana. Mexico.
13 C Lévi-Strauss (1988). “Tristes Trópicos”. Paidós.
14 No deja de ser relevante señalar, en este contexto, la influencia de la “cartografía” tradicional de los árabes en Granada y de Olavide en Sevilla en
la actual forma de representar la ciudad “como si” dichas cartografías hubieran sido más importantes para la construcción del imaginario local que las
propias realidades urbanas (dibujadas).
15 Los propios actores profesionales relacionados directa e indirectamente con la ciudad constituyen un ejemplo claro de estos actores locales que
reescriben, día a día, la historia de
las ciudades.
16 Dejamos, por tanto, de considerar las perspectivas de género, las perspectivas generacionales, las vinculadas a ciertos sectores sociales, etc, etc,
que complejizan extraordinariamente la vida de la ciudad y que hacen de ella un crisol permanente de innovación en cuanto a las formas de vida y de
convivencia se refiere.
17 Nos referimos evidentemente a los siglos XIX y XX. Anteriormente Andalucía ha sido uno de los territorios más invadidos y transformados por nuevas
poblaciones.
18 Solamente hay que recordar los debates sobre la peatonalización de los centros históricos, sobre el Metro y el tranvía, en algunas ciudades, para
observar estas diferencias.
19 En los discursos sociales existentes en Málaga, en Granada sobre estas zonas más periféricas y conflictivas, la inmigración está empezando a
tener un espacio dentro de las representaciones sociales al respecto como, en algún caso, como nuevos “chivos expiatorios” de los miedos sociales.
20 El programa “Callejeros” de la Cuatro ha ayudado a reforzar los relatos estigmatizantes sobre estas barriadas andaluzas.